Jueves de la 23ª semana del Tiempo Ordinario (A)

Lectura del santo evangelio según San Lucas (6, 27-38)

«En cambio, a vosotros los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Y como queráis que la gente se porte con vosotros, de igual manera portaos con ella. Pues, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos. Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».

Comentario

Amad a vuestros enemigos
El fragmento continúa la estela que las bienaventuranzas habían abierto como la quilla de la proa separa las aguas de un mar proceloso. Ahora, Lucas es capaz de sintetizar el mensaje de las bienaventuranzas en una formulación todavía más sencilla de comprender: ama. ¿A quién? A los que te odian, a los que te maldicen, a los que te calumnian. Seguro que este jueves se te van a presentar muchas oportunidades de poner en práctica ese amor por encima de lo razonable a imitación del de Cristo en la cruz: seguro que tienes un compañero envidioso o un vecino murmurador o incluso un parroquiano que te hace blanco de sus chismes. Y si no, un hermano que te pide un préstamo hasta que le llegue el ingreso mínimo vital o una familia conocida que no tiene para pagar la luz… No te van a faltar las ocasiones de demostrar amor, que es tanto como decir compasión, esa cualidad de la que el mundo está tan necesitado. Donde Mateo pide perfección como vuestro Padre celestial, Lucas pide misericordia. ¿No son acaso la misma cosa? ¿No es perfecto el amor de Dios hacia sus hijos? Empieza hoy mismo a imitarlo, vamos, plantéatelo y hazlo.

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