Martes de la 2ª semana (A)

Lectura del santo evangelio según San Mateo  (7, 21. 24-27)

«¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en los montes y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, en verdad os digo que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Igualmente, no es voluntad de vuestro Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos pequeños».

 

 

 

 

 

 

Comentario:

“¿No deja las 99 en el monte?”
Detrás de esta bucólica parábola, está la dignidad de cada persona, amada por Dios como Padre providente que cuida de su rebaño. Las noventa y nueve restantes pueden esperar porque lo prioritario es encontrar a la oveja perdida. Y cargarla sobre los hombros de vuelta al aprisco. Volcarse en quien peor lo está pasando, ampararlo, cuidarlo, mimarlo. ¿No es eso lo que hacemos todos cuando identificamos al que sufre en nuestro círculo social? ¿No es idéntica disposición a ayudarlo para traerlo de vuelta? El resto puede quedarse a resguardo, pero esa oveja perdida está amenazada por todos los lobos que la acechan, ¿quién siendo consciente de ese grave riesgo no sale a campo abierto a buscarla hasta que da con ella? Dios ama a todo el rebaño por igual, pero siente debilidad por la oveja perdida, por la descartada, por la endeble, por la lisiada, por la extraviada. Y es su dignidad,
inquebrantable sean cuales sean las circunstancias, la que exalta este pasaje evangélico: el Buen Pastor no se conforma con las 99 que deja en el monte, sino que batalla por encontrar a la perdida. ¿Tú también haces lo propio?

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