Miércoles de la 2ª semana (A)

Lectura del santo evangelio según San Mateo  (11, 28-30)

«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Comentario

Venid a mí todos los que estáis cansados

El síndrome del cuidador quemado (burn out) está descrito profusamente en la literatura médica como el desgaste emocional y físico que soporta la persona que tiene a su cargo el cuidado de un enfermo dependiente. Seguro que conoces a alguien de tu entorno que lo ha experimentado alguna vez en su vida cuando la tarea de cuidar de alguien se convierte en algo pesado y agobiante que llega a cansar. Es humano sentirse así. La farmacopea y las disciplinas psicológicas proveen de ayuda. Pero se trata de una solución parcial, necesariamente limitada. La solución que emana de Cristo supera cualquier agobio, cualquier cansancio porque es la única integral, verdadera y efectiva. Es una solución que no se cansa nunca de cuidar de nosotros, que no se agota nunca de sanar y restaurar el cuerpo y la mente del enfermo y de quien lo cuida. Es inagotable como un manantial que provee de agua fresca en la que aplacar la sed. Allí se encuentra descanso para el alma, tanto o más importante que el descanso para el cuerpo. Y los agobios y los cansancios se disuelven porque el yugo de Jesús, el manso y el humilde, es llevadero y su carga ligera.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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