Domingo de la 6ª Semana (C)

Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,17.20-26):

En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: «Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacian vuestros padres con los falsos profetas.»

17-02-19
Comentario

Quieren la comodidad y la buena vida, quieren días de lujos y de caprichos, quieren que la gente los admire y los tenga en consideración, quieren la seguridad que da el dinero, quieren un cuerpo elegante que cause admiración, quieren que otros sean los que carguen con los pesados trabajos de cuidar a los niños y a los ancianos, quieren barrios para ellos solos sin que los pobres perturben su felicidad… y también quieren, que por unas monedas, Dios esté de su parte… Pues no es así.

El Dios de nuestro Señor Jesucristo es Padre de los pobres, es Defensor del huérfano, la viuda y el inmigrante, es Consuelo para el que sufre y Justicia para el que vive la opresión. Y si tú en tu vida estás buscando honores y riquezas, si en vez de poner tus energías y capacidades al servicio de todos, sólo miras por tus intereses individuales y egoístas, te estás alejando de Él.

Por eso, pequeños del Señor, ni la enfermedad, ni las dificultades económicas, ni los problemas que os agobian pueden venceros, tenéis a Dios de vuestra parte; Él siempre estará a vuestro lado. Los ricos pueden vivir la obcecación de no dar importancia a la cercanía concreta, histórica, afectiva de Dios, pero se equivocan. Pero vosotros sí sabéis la fuerza y la luz que Jesucristo pone en nuestro corazón para afrontar problemas y dificultades, retos y fracasos. La historia y la vida son de aquellos que puestos al lado de los pobres, tienen su corazón en Dios. Su esfuerzo, su trabajo y su sufrimiento siempre servirán para abrir caminos de nueva humanidad.

Y tú, realmente y en lo concreto, ¿de parte de quién te pones?

 

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