Miércoles de la 3º semana (A)

Lectura del santo evangelio según (Mt 1, 18-24)  

La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apena había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”». Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.

Comentario:

Le pondrás por nombre Jesús

Entre los judíos, los nombres significaban mucho porque hablaban de la personalidad, la misión o la característica de quien lo llevaba. José recibe un encargo del ángel: nombrar al hijo de María como Jesús, esto es, salvador. La liturgia sigue preparando esta tercera semana de Adviento y para esta festividad de la Esperanza nos propone el papel de José, el padre legal cuya fe en Dios se pone en sintonía con la fe que María, su prometida, había expresado en la Anunciación. A ese primer sí de la historia de salvación que trae la Palabra encarnada, sucede ahora este otro sí de quien quería evitar a toda costa el escándalo y ya había tomado la determinación del repudio en silencio. José no habla en todo el Evangelio. Su cualidad es la del silencio, silencio expectante como corresponde a la liturgia del día, acompasado con la expresión sincera de María. José se convierte en padre de pleno derecho del Salvador y a él corresponderá incardinarlo en la historia cotidiana de los hombres como ha sucedido con todos nosotros: por la educación y por el trabajo. El sueño de José da cumplimiento a la profecía (la voz de Dios transmitida a los hombres) para dar inicio a la historia de Jesús. 

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