Martes de la 16ª semana del Tiempo Ordinario (C)

Lectura del santo Evangelio según Mateo (12, 46-50)

Todavía estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él. Uno se lo avisó: «Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo». Pero él contestó al que le avisaba: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?». Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre».

Comentario

El que haga la voluntad del Padre es mi hermano

En el padrenuestro lo rezamos a diario: «Hágase tu voluntad». Pero no parece que seamos muy conscientes de lo que pedimos. Hacer la voluntad del Padre nos concede una filiación que no tiene nada que ver con los lazos de la carne y de la sangre. Tal vez esto nos descoloque un poco puesto que en nuestra sociedad el núcleo familiar se ha reducido tanto que ya casi no tenemos parientes. Pero para la mentalidad de la época, la procedencia, el clan familiar eran muy importantes. Y los unos se hacían responsables de los otros. Más si cabe si uno de ellos empezaba a predicar como profeta. Era obligación de los padres denunciar a los hijos que tal actuaban o retirarlos de la misión asumiendo que habían perdido la cordura. Por eso se presentan María y los parientes donde está predicando y lo hacen llamar. Por eso también Jesús se reafirma en su misión y extiende el parentesco a los que deciden libremente hacer la voluntad de Dios. A nosotros mismos. A ti. Piénsalo la próxima vez que reces un padrenuestro.

 

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