Martes de la 2ª semana de Pascua (A)

Lectura del santo evangelio según San Juan (3, 7b-15)

No te extrañes de que te haya dicho: “Tenéis que nacer de nuevo”; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni adonde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu». Nicodemo le preguntó: «¿Cómo puede suceder eso?». Le contestó Jesús: «¿Tú eres maestro en Israel, y no lo entiendes? En verdad, en verdad te digo: Hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio. Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales?

Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

Comentario

Tenéis que nacer de nuevo
La situación actual nos lleva a suponer -a imaginar, tal vez- que surgirá una nueva humanidad de esta desgracia que nos azota con la pandemia por el coronavirus. Pero, ¿qué ocurrirá si al cabo de unas semanas el mundo vuelve a agitarse con parecido o idéntico frenesí al que nos angustiaba antes de quedarnos todos parados en casa para combatir la enfermedad? Y llevado a nuestra vida, ¿qué sucede si el bautismo en agua y en Espíritu que recibimos cuando fuimos admitidos en la Iglesia no nos ha hecho mejores? Nacer de nuevo, como nos pide aquí Jesús en diálogo con Nicodemo, nos otorga la capacidad, nos convierte en niños de Dios, criaturas vulnerables como el plantón de un árbol a merced de los vientos y los peligros. Ahora toca robustecernos para convertirnos en hijos de Dios, que entiendan de las cosas celestiales porque participamos de ellas. Y eso sólo lo puede conseguir el Espíritu Santo actuando en nosotros.  La perfección de esa capacidad que hemos recibido en el bautismo tiene sus propios medios, pero en último extremo no nos queda más que implorarla del cielo para que nos asista como asiste a los niños que crecen en edad y sabiduría.

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