Rafael Hernández: “Es la divina persona de Jesucristo la que me atrae y mantiene”

Alicante (1945)
Sacerdote diocesano
Residente de la casa sacerdotal Santa Clara

Aunque Rafael entró en el seminario con 18 años, la llamada vocacional venía de mucho antes. Como un muchacho de su edad trabajaba, jugaba fútbol y sentía en su interior que Dios lo llamaba a algo más grande. “No puedes hacer oídos sordos a esa voz, es Él el que te busca a ti, es el Señor el que tiene la iniciativa”, afirma. Tras dar un paso adelante fue confirmando que la realidad en el seminario era vivida con mucha normalidad, es decir, “no tenía nada de raro”.

Recuerda que durante su formación, concretamente los años de estudio de Teología, vivía con un equipo sacerdotal en la carretera de Su Eminencia, “el seminario lo pisábamos para las clases”.

Su primer destino fue Carmona y las imágenes que le vienen a la mente de la pastoral ejercida allí son de jóvenes de distintas ideologías políticas que se congregaban en el templo para hacer teatros y compartir inquietudes propias de esas edades. Dos años más tarde fue enviado a Villafranco del Guadalquivir, “lo que ahora se conoce como Isla Mayor, allí estábamos en descampados, donde la pastoral se ejercía en la calle”. Su tercer destino fue Pino Montano, donde sirvió a la Iglesia durante tres décadas. Le siguieron Los Pajaritos y Juan XXIII.

Actualmente vive en la casa sacerdotal Santa Clara y reconoce que el pilar de su vida es Jesucristo, “que diariamente concede nuevas oportunidades. Es su divina persona la que realmente me atrae y me mantiene”.

Su experiencia a lo largo de cincuenta años le ha demostrado que “la Iglesia no es una foto fija, va cambiando en el tiempo y va respondiendo a necesidades de las personas, eso se traduce también a la vida sacerdotal”.

El sacerdote dentro de la comunidad parroquial

Expresa que físicamente se vio muy mermado por dificultades de salud, “me encontré muy mal, pero ahora estoy muy bien”. En la actualidad colabora con la parroquia Nuestra Señora de la Salud, de Sevilla. En relación a la figura del sacerdote dentro de la comunidad parroquial, destaca la importancia de la cercanía y el trato con las personas, “que en ocasiones puede verse reducida debido a los compromisos pastorales que se van asumiendo con los años, pero se trata de un servicio y de una realidad que no debe ser desatendida”. Haciendo un repaso de su vida, deteniéndose especialmente en aquellos aspectos que, a la luz del Señor, considera que pudieron asumirse con mayor entrega, figura la visita a los enfermos y a los privados de libertad. Como aspectos destacables en el ejercicio de su ministerio en parroquias está el compañerismo y la fraternidad sacerdotal, “en los sitios donde he estado y con los sacerdotes con los que he compartido hemos desarrollado una amistad, compartiendo vida, especialmente en las reuniones arciprestales”.

Reconoce haberse sentido querido y acogido allá donde era enviado. “Esa experiencia fortalece y enriquece el sacerdocio”. La oración, por ejemplo, ha ido experimentando cambios con el pasar de los años. “Seguir a Jesucristo es un camino que se abre ante nosotros y que debemos recorrer”.

Amad unos a otros como yo os he amado

Esta cita bíblica del evangelista Juan fue la elegida por Rafael para su ordenación sacerdotal de manos cardenal Bueno Monreal el 23 de septiembre de 1973.

Su oración de gratitud al Señor surge como respuesta a la elección gratuita u desinteresada de Él por su persona. “A pesar de mis defectos, siendo como soy me ha llamado y me ha aceptado, por seguir queriéndome y mostrándose cercano”.

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