Martes de la 12ª Semana (C)

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,6.12-14):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozaros. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas. Entrad por la puerta estrecha. Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.»


Comentario

La puerta estrecha

En nuestras casas ordinarias, todas las puertas son estrechas. Tienen que someterse a una normativa técnica de la construcción que dictamina la anchura mínima para pasar de una a otra estancia o para entrar en la vivienda. Sólo se puede pasar de uno en uno. Pero en los palacios, los castillos y los edificios de representación, las puertas son anchas y entonces se puede acceder con todo el séquito alrededor, revestido con amplios ropajes y altos copetes, dándose toda la importancia y el boato que permite entrar en un sitio así, tan destacado. Pero la propuesta de Jesús es justo la opuesta: la puerta estrecha por donde sólo se puede pasar de manera individual y sin la impedimenta de los ricos y los poderosos porque no se cabe. Es congruente con su predicación esta apelación al camino más difícil, al trayecto que accede por la parte más complicada y exigente. Por la puerta ancha de la perdición se puede entrar en tropel, casi sin darse cuenta de dónde se ingresa. Por la puerta estrecha de la perfección sólo es posible acceder solo y sin armadura.

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