«Pídeme que soy muy rico aunque cautivo me ves»

 «PÍDEME QUE SOY MUY RICO AUNQUE CAUTIVO ME VES, POR MUCHO QUE TÚ ME PIDAS, MUCHO MÁS YO TE DARÉ…”

Si por algo se caracteriza Sevilla es por ser fiel a sus tradiciones. Por eso, cada mes de marzo vuelven a sucederse, un año tras otro, las visitas al Señor Cautivo de San Idelfonso. Siendo esta tradición máximo exponente de la religiosidad popular en nuestra tierra. El Señor Cautivo está en el corazón de los sevillanos desde siglos, formando parte de sus sentimientos, costumbres, sentir y vivir común.

No solo de Sevilla capital, sino también de todos los puntos de su provincia, acuden devotos cada viernes haciendo grandes colas para besar las manos de un Cristo que goza de una gran devoción.

Devoción transmitida de abuelas a nietos que se renueva cada año con la llegada de una nueva Cuaresma. Cada nueva primavera peregrinamos hasta San Idelfonso buscando el encuentro con Dios a través del Señor Cautivo. Este Señor Cautivo que nos conoce a cada uno de nosotros y sabe mejor que nadie de nuestros sufrimientos, de nuestras desesperanzas, de nuestras amarguras. Como canta el Salmo 139: “ tú sondeas nuestro corazón, sabes nuestras palabras antes de pronunciarlas, aunque entre la tiniebla nos apartemos de tu vista, tú nos acabas encontrando”.

Son estos viernes de marzo en Sevilla balsamos para un dolor que en su mirada siempre encuentra alivio. Sus manos atadas abren cada año las puertas de este tiempo de Cuaresma y hace que los viernes sean elementos decisivos para evangelizar y desarrollar una verdadera conciencia comunitaria compartiendo una misma fe, en torno a este Señor Cautivo que con su enorme poder de convocatoria consigue integrar la religiosidad popular en la vida de la Parroquia.

Mari Camen Hernández.

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