San Ignacio de Loyola (B)

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,36-43):

En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se acercaron a decirle: «Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.»
Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema: así será el fin del tiempo: el Hijo del Hombre enviará a sus ángeles y arrancarán de su Reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.»


Comentario

El campo es el mundo

Una vez le preguntaron a García Márquez por qué era tan fecunda la imaginación de los escritores latinoamericanos que había dado origen al realismo mágico. Él repuso que cuando un europeo pensaba en un río grande se imaginaba el Danubio o el Rhin, pero que cuando lo hacía un americano, se le iba la mente al Misisipí o al Amazonas. El Evangelio de hoy va de eso mismo. Cuando nos da por pensar en el campo de acción de nuestra labor, en seguida nos remitimos al ámbito que tenemos más cercano: la familia, los compañeros, los amigos, la parroquia… puede que una hermandad. Los árabes llamaron a nuestro Guadalquivir río grande, pero sabemos que no es el Río Grande de México ni por asomo. Jesús, explicando la parábola de la cizaña y el trigo en casa, rodeado de sus discípulos, piensa a lo grande, lo mismo que Dios: «El campo es el mundo». El ancho mundo. No está de más recordarlo en el día que hacemos memoria de San Ignacio, cuya compañía vela armas por todo el mundo.

Post relacionados