“Siempre se pueden hacer más cosas, ayudar más”

Testimonio Paloma de la Fuente
Responsable de Manos Unidas Sevilla en la Vicaría 1 y 2
Sevilla, 1973
Fisioterapeuta
Vivió una experiencia de misión

 

Paloma de la Fuente es fisioterapeuta, especializada en Cuidados Paliativos, está casada y vive su fe en la Parroquia San José y Santa María, en Sevilla este. Concretamente pertenece al Grupo del Tercer Mundo, en el que están representadas tres entidades: Ayuda a la Iglesia Necesitada, Obras Misionales Pontificas y Manos Unidas. “El grupo trata de mantener presente las grandes campañas durante el año y dinamizar también con pequeñas campañas o acciones de sensibilización, celebrando oraciones y otras actividades”, explica Paloma.

Esta preocupación por los empobrecidos se tornó, poco a poco, en una vocación misionera. Al respecto, confiesa que “soy de las que piensan que siempre se pueden hacer más cosas, ayudar más. En nuestro caso, pensé que, si Dios no nos había dado hijos, debíamos invertir el tiempo que teníamos ayudando a los demás”. Por eso, a pesar de las reticencias iniciales de su marido, “quien asegura que aquí hay mucho trabajo por hacer (y coincido), lo convencí para vivir juntos una experiencia misionera”.

A través de la Delegación diocesana de Misiones cumplieron esta inquietud y colaboraron en la misión que el sacerdote sevillano Diego Román estaba llevando a cabo en Moyobamba (Perú).

A su vuelta, tras un discernimiento, Paloma decidió reducir su horario laboral “para dedicarle ese tiempo a algún voluntariado, para seguir haciendo la misión desde aquí”. Fue entonces cuando conoció por casualidad a la recién nombrada presidenta-delegada de Manos Unidas Sevilla, María Albendea. “Siempre digo que fue por intercesión de la Virgen de los Reyes, ya que todo comenzó en una Novena a la patrona”. Aquel día Albendea le confirmó que “necesitaban manos en la Delegación de Manos Unidas y yo me ofrecí a ayudar. Desde entonces soy la responsable de la Vicaría 1 y 2, colaborando con los responsables de las parroquias, llevando las campañas y coordinando los testimonios misioneros”.

Este servicio a la Iglesia le ha llevado este verano hasta Marruecos, donde ha conocido de primera mano los proyectos con los que colabora Manos Unidas y a los beneficiarios de los mismos. “Allí vimos proyectos muy variados: algunos fomentaban la promoción de la mujer desde distintos ámbitos; otro sufragaba talleres para chicos discapacitados, y el que más me impactó fue el de la Delegación de Migraciones de Tánger, que ayuda a los migrantes que llegan a la ciudad y no pueden continuar su travesía migratoria”.

Paloma asegura que conocer y hablar directamente con los migrantes le permitió “poner rostro a los hermanos que sufren. Desde entonces no me muestro indiferente ante las noticias que escucho o veo sobre inmigración; no he vuelto a ser indiferente ante el número de muertes en el Mediterráneo o la cantidad de menores no acompañados que cruzan el mar. Ahora conozco algunas de sus historias y entiendo mejor por qué hacen lo que hacen, que solo buscan un futuro mejor para ellos y sus familias”.

Tras estas experiencias su sensibilidad hacia los empobrecidos se ha agudizado y exhorta a todos a colaborar con las entidades de la Iglesia que trabajan con “el hermano que está en el Tercer Mundo, en primer lugar, con la oración por los misioneros y los territorios de misión, y por supuesto, trabajando y colaborando económicamente desde aquí”.

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