Una visión de la Teología de Pueblo

Así como el término Patria evoca paternidad, y el término Nación evoca maternidad (natío), el término pueblo evoca a familiaridad.

Un Pueblo nos refiere a un patrimonio cultural común, a una historia compartida, incluso nos vincula a los sufrimientos y alegrías que como Pueblo hemos vivido. En un Pueblo no hay fronteras ni divisiones, lo más importante es la unidad interior y el sentido de pertenencia por la riqueza que posee. De hecho hablar de Pueblo nos transmite la riqueza de la vecindad y de la sencillez de vida, alejados de la complejidad y vacío de lo cosmopolita.

En clave cristiana, sí podemos hablar del Pueblo Cristiano, pero no de la Nación Cristiana ni de la Patria Cristiana. Y esa enorme diferencia ya nos muestra lo vinculados que estamos a esta expresión y cómo ser Pueblo de Dios, Pueblo Cristiano, nos identifica mucho más que cualquier otra mención que nos relacione mutuamente. Siempre hay un Pueblo detrás de cada Nación y cada Patria, pero detrás de cada Nación o Patria puede haber una multiplicidad de pueblos mostrando con ello diversidad y, por desgracia, hasta enfrentamientos.

En esta sociedad globalizada, la Iglesia tiene un aporte sustancial, y es que los cristianos miramos las realidades terrenales como Patria o Nación desde el único deseo de evangelizarlas desde nuestra pertenencia al Pueblo de Dios. De este modo, la Iglesia tiene una voz original en este mundo, y es la de reivindicar un Pueblo universal donde no hay distinciones de fronteras ni de etnias, donde lo único importante es la Fraternidad universal, donde la clave es la riqueza de una vecindad común. Esta realidad nos permite empatizar con todos los hombres viéndolos como hermanos y no como extranjeros, superando con Jesús el gran dilema judío de quienes son los prójimos a los que Dios nos liga. Los cristianos estamos “religados” por Jesús a todos los hombres del mundo, a toda la humanidad pasada y futura, en un solo Pueblo de Dios.

Esta enorme certeza es revolucionaria en una “sociedad líquida”, a la que le cuesta vincularse con lugar donde vive o trabaja, o con las personas que le rodean y son sus vecinos. Pero pastoralmente esta “teología de Pueblo” nos da un paso más, el de la Pastoral Popular (1), lo que para nosotros es la superación de la visión de la “religiosidad popular” como algo peyorativo y minusvalorado por las capas más intelectuales de la fe. Pero que al mismo tiempo son la máxima expresión de las raíces cristianas en todas las capas sociales. En Palabras de J.M. Bergoglio: “El Magisterio te enseña quién es María, pero nuestro pueblo fiel te enseñará cómo (2) se la quiere a María” .

La Pastoral Popular, nos muestra la enorme riqueza que anida tras la búsqueda de Dios desde la sencillez de cada persona. Donde la identidad del cristiano no la marca la vinculación al césar (en clara alusión a Mt 22, 15-21), sino el compromiso vital a Dios.

Carlos Carrasco Schlatter, pbro.


1 Punto número 6 del Documento de San Miguel de la Conferencia Episcopal de Argentina, 1969. Este documento es considerado como la raíz de la teología de Pueblo, y supuso una revisión de la pastoral para toda la Iglesia en Argentina.

2 J.M. Bergoglio, Meditaciones para religiosos, Diego de Torres, Buenos Aires, 1982, p. 47.

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