“La oración es todo en mi vida”

Dolores Belderrain Díaz (Dos Hermanas, 1939)

Feligresa de la Parroquia San José de Dos Hermanas

Viuda, madre y abuela

 Loli, como es conocida por todos, cumplió 84 años el pasado 26 de diciembre. De su matrimonio con Tomás, fallecido hace 26 años, nacieron sus hijos: Loli, Tomás y Ana Rosa, de estos tres sus siete nietos. Pertenece a la Parroquia San José, de Dos Hermanas. En su infancia y adolescencia formaba parte de la feligresía de la Parroquia Santa María Magdalena, donde se casó años más tarde de conocer a Tomás en la Hermandad de la Vera Cruz. El trabajo militar de su marido le llevó a vivir en Astorga y Badajoz, para retornar definitivamente a la ciudad nazarena.

Loli recuerda con mucha ilusión su primera comunión, un día del Corpus Christi, en el Colegio Santa Ana, de Dos Hermanas. Su vida a día de hoy está movida por la oración, devoción y servicio.  “Desde que me levanto por la mañana doy gracias a Dios, pido perdón y encomiendo muchas intenciones”, afirma. Se reconoce muy devota de San José. “Todas las noches le digo: Hasta mañana si tu divino Hijo quiere. La oración es todo en mi vida, no sé ni quiero otra cosa”.

“Si me preguntaras qué es para mí rezar y hablar con Dios –subraya– no sabría expresarlo. Solo podría decirte que, si no lo hago, si no me dirijo a ellos cada día, es como si me faltara lo más importante”. Su día, empieza, por tanto, “con la lectura del Evangelio, para saber qué es lo que Dios quiere” de ella.

Diálogo con Jesús Sacramentado

Durante su oración diaria suele pedir la intercesión de Santa Rita, de la que era “profundamente devota” su madre, también de San Antonio. Sin embargo, es a Jesús sacramentado, “y a su Santísima Madre, claramente, a quien le dedico más tiempo de conversación, desde el rezo del Santo Rosario hasta el silencio en su presencia”.

A la Parroquia San José llega todos los días sobre las seis de la tarde, ayuda a preparar el altar para la exposición del Santísimo y la posterior celebración eucarística. “Allí me van a encontrar todos los días, porque el servicio es mi vida”.

Es la segunda de cinco hermanos “y todos vivimos gracias a Dios”. Loli agradece la educación religiosa y el legado recibido de sus padres, “que eran muy buenos y trabajadores”. A su vez, ella procura ser un testimonio de vida para sus hijos y nietos, a los que encomienda a la protección de la Virgen diariamente, especialmente bajo la advocación de la Virgen de la Paz, de la Hermandad de las Tres Caídas.

“Fíjate qué vida más normal llevo, sin grandes cosas o aspavientos, voy haciendo lo que el Señor me va pidiendo. Con decirte que hasta tengo tiempo de ver algunas series televisivas (se ríe). Soy muy feliz y estoy muy agradecida”.

De su vida de casada tiene los mejores recuerdos. “Qué hombre tan bueno era mi marido, fuimos muy felices”.