Viernes de la 22ª semana del Tiempo Ordinario (C)

Lectura del santo Evangelio según Lucas (5, 33-39)

Pero ellos le dijeron: «Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber». Jesús les dijo: «¿Acaso podéis hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el esposo está con ellos? Pero llegarán días en que se lleven al esposo; entonces, en aquellos días, ayunarán».

Les dijo también una parábola: «Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque, si lo hace, el nuevo se rompe y al viejo no le cuadra la pieza del nuevo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos: porque, si lo hace, el vino nuevo reventará los odres y se derramará, y los odres se estropearán. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: “El añejo es mejor”».

Comentario

Nadie echa vino nuevo en odres viejos

La proclamación del Evangelio, en tiempos de Jesús y ahora, es siempre novedad. Se dirige al corazón del discípulo como una estela luminosa que cambia la forma de percibir la realidad, hace que todo cobre también novedad, lo mismo que experimentamos nosotros cuando prendemos la luz en una habitación a oscuras y los contornos y los volúmenes que hasta entonces tenían una forma en nuestra percepción cambian con la novedad de la luz. Si el Evangelio supnía novedad para los judíos era porque cambiaba las reglas inamovibles, no subvirtiéndolas, sino llevándalos a término con la suprema regla del amor misericordioso. Si el Evangelio supone novedad para nosotros, testigos de Cristo dos mil años después de su gloriosa Ascensión, es porque nos desinstala y nos saca del carril de nuestras costumbres, los hábitos en los que nos sentimos cómodos, las fórmulas que repetimos por pereza o por simple ahorro de esfuerzo. Todo eso salta por los aires cuando el vino nuevo del Evangelio cae en los odres viejos curtidos, incapaces de soportar la fermentación que se produce en el mosto, con una fuerza increíble de desatar gases que revientan las costuras. ¿No te pasa a ti también?

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