Miércoles de la 14ª semana del Tiempo Ordinario (B)

Lectura del santo Evangelio según Mateo (10, 1-7)

Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia. Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, el de Zebedeo, y Juan, su hermano; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo, y Tadeo; Simón el de Caná, y Judas Iscariote, el que lo entregó. A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:

«No vayáis a tierra de paganos ni entréis en las ciudades de Samaría, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos.

Comentario

Id a las ovejas descarriadas de Israel
Si Jesús dio de beber a la samaritana en el pozo de Siquén, que ya era de por sí escandaloso, cómo es que aquí prohíbe a sus discípulos ir a las ciudades de Samaría, esos israelitas apartados de la ortodoxia que habían hecho del sincretismo religioso su seña de identidad por la que los judíos los despreciaban. Y por qué el empeño en centrar la predicación de la Buena Nueva a las ovejas descarriadas de Israel. No hay contradicción. Al subrayar que no vayan a los paganos, Jesús está haciendo una advertencia a sus apóstoles: no os dejéis contaminar por el mundo, no seáis como son los paganos con sus ídolos, vosotros tened siempre el norte en Israel, en ese pueblo escogido por Dios pese a ser el más débil entre los vecinos, pero con un sentido religioso bien acendrado. Es tanto como decir que no echen las perlas a los puercos, sino que conserven las fuerzas para dedicarlas a quienes pueden acoger la Buena Noticia porque ya están en predisposición. Interesante máxima para la Nueva Evangelización: antes de la siembra hay que roturar la tierra…

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