“La oración conyugal es un instrumento poderoso”

Testimonio de María Ormaechea. Sevilla (1976). Proyecto Amor Conyugal. Esposa y madre.

Para María Ormaechea, casada, madre de cuatro hijos y funcionaria, “la fe no es una parcela más” de su vida. “No es algo que tenga que insertar en el día a día. La fe es saber de dónde vengo, quién me sostiene y a dónde voy. Y eso se traduce en una presencia continua de Dios ya sea en casa, en el trabajo o dónde quiera que esté”.

Vivir la fe en la cotidianidad se traduce en “un diálogo interior de mi corazón con el Corazón de Cristo. Esa amistad empapa todo el día, de ahí brota la entrega a los demás y transforman todas las tareas por rutinarias, pequeñas o insignificantes que parezcan, en una oportunidad para ofrecérselas a Dios y amar al otro”, expresa.

En su quehacer diario, también propicia “momentos concretos para un encuentro más íntimo, para conocer a Cristo e ir dejando que Él vaya haciendo su obra en mí. Todos los días intento tener un rato de oración y también unirme a Cristo en la Eucaristía”.

Los avatares de la vida le permiten experimentar que llevar a la práctica este plan diario no es siempre fácil. “Las obligaciones familiares y laborales, y la propia debilidad personal hacen que para mí sea una lucha casi diaria, pero la vida del cristiano tiene mucho de comenzar y recomenzar cada día”, afirma.

Espiritualidad de Amor Conyugal

“La comunión de los esposos es la esencia del matrimonio. No podemos vivir el matrimonio como dos bueyes que aran la tierra en paralelo sin encontrarse”.

María está convencida que “hay que construir una intimidad común y para eso hay que aprovechar las oportunidades que tenemos en cada jornada para el encuentro mediante la entrega a mi esposo y su acogida”.

Resalta que “el Matrimonio es un sacramento vivo. ¿Cómo vivir este Sacramento?, ¿Cómo hacer presente a Cristo para que nos de su gracia? Pues cada vez que me entrego y acojo a mi marido hago presente a Cristo en medio de nosotros, nos amamos con su amor y gustamos de una experiencia de comunión”.

Sin embargo, “todos sabemos que contando únicamente con nuestras propias fuerzas no es nada fácil amar así al otro. Por eso tenemos que llenarnos de Cristo, para que nos trasforme el corazón y hacerlo semejante al suyo. Así podremos amarnos con un amor de verdad, que busca en primer lugar el bien del otro, al margen de los sentimientos que son tan traicioneros. Tenemos que construir nuestro matrimonio sobre roca para evitar que los cambios de la vida lo destruyan”.

Oración conyugal

María refiere que “la oración conyugal es un instrumento muy poderoso”.

Sin embargo, “el pecado nos nubla el corazón y la razón y nos lleva a dejar justo aquello que es el remedio para nuestro mal. Hay que desenmascarar las tentaciones. El demonio está empeñado en cargarse el matrimonio y nos pone mil razones para no rezar con nuestro esposo porque sabe cuál es el poder de la oración conyugal”.

Recomendaría a las parejas que perseveren y que no se dejen vencer por las caídas.

“Dios está llamando a la puerta de sus corazones porque quiere hacer de nuevo sus matrimonios. El Señor los ama con locura a cada uno y sólo les pide que se fíen de Él y le den su casi nada para que El ponga su casi todo”.

 

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