Martes de la 27ª Semana (B)

Lectura del santo evangelio según san Lucas (10, 38-42):

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.»
Pero el Señor le contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.»

Comentario

La parte mejor

El relato de Marta y María tiene una plasmación pictórica que enseguida se viene a la mente: el cuadro de Velázquez en el que Marta trajina con un mortero machacando ajos mientras por una ventana se descubre a su hermana a los pies de Jesús embelesada con su discurso. Es un pasaje muy reconocible, que ha dado pie, algo desenfocadamente, a la dicotomía entre vida activa y vida contemplativa. Cómo comprendemos a Marta, ¿verdad? Tan atareada y tan impertinente con el Señor como para pedirle mediación ante su propia hermana: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.». Por qué no se atreve a pedirle a María que le ayude, cara a cara, en vez de andar mezclando a su invitado de honor, poniéndolo en el brete de tener que mediar entre ambas hermanas. En la respuesta de Jesús está la explicación: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.». Tu alma -casi seguro- se llama Marta, ¿no le vendría bien un poco de sosiego y estar a solas contemplando a Jesús? Es la parte mejor. 

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