Inmaculado Corazón de la Bienaventurada Virgen María (A)

Lectura del santo evangelio según San Lucas (2, 41-51)

Sus padres solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo. Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados». Él les contesto: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.

Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su madre conservaba todo esto en su corazón.

Comentario

«¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?»

Pronto se nos olvidan a los hombres las cosas verdaderamente importantes y necesarias. Durante el confinamiento, causado por la pandemia del corona virus, hemos tenido muy claro qué cosas eran las esenciales y muchas tareas dejamos de hacerlas y aquí estamos. Lo importante era cuidar y salvaguardar la salud y la vida propia y ajena. Muchos en sus casas se conformaban con un chándal y unas zapatillas. Lo importante era tú y no lo que llevases, lo importante era tú y los tuyos y no lo que tuvieses.

Jesús nos advierte que no andemos agobiados por tantas cosas que nos quitan la paz y que no son esenciales. Además tenemos a Dios que nos cuida en lo que de verdad importa. Y no se trata de vivir animadamente ya que tenemos quien nos cuida, sino comprometidamente por tenerlo de nuestra parte, dándonos lo que verdaderamente necesitamos.

La Naturaleza ha recuperado, durante nuestro confinamiento, espacio y salud que le habíamos arrebatado. Los hombres al salir deberíamos ser muy cuidadosos por las lecciones aprendidas en este tiempo, sin permitir que pronto se nos olvide lo bueno y el agobio por las cosas que no son necesarias nos vaya quitando la vida.

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