San Pío X, papa (A)

Lectura del santo evangelio según San Mateo (22, 34-40)

Los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la Ley le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?». El le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente». Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas.

Comentario

Amarás al Señor tu Dios

Después del chasco que se llevan los saduceos en la controversia sobre la resurrección de la carne -de eso nos habla el profeta Ezequiel en la primera lectura-, los fariseos se ponen en fila para acosar a Jesús con trampas de las que calculan que no sabrá salir. Los fariseos eran muy observantes de los 613 preceptos que regían la vida de las comunidades judías. Y esta estricta observancia les lleva a formular una pregunta que tiene su intríngulis. ¿Cuál es el principal mandamiento de esos 613 aspectos que debemos cumplir? Que sería tanto como preguntarnos por cuál es el apartado más importante de la Constitución de un Estado. O cuál de los derechos fundamentales contenidos en el primer título de nuestra Carta Magna debe prevalecer sobre los demás. Los juristas se llevarían horas y horas debatiendo, pero Jesús apela no a la letra de la ley mosaica, sino al espíritu. Y traslada la respuesta a la shemá, a esa vieja norma del Deuteronomio que implica el amor a Dios sobre todas las cosas con el corazón, con el alma, con la mente. Amor. Ya sabemos que en las constituciones políticas no se habla de amor, que es una realidad intangible para el ordenamiento jurídico. ¿Pero de qué otra cosa puede hablar un cristiano? Ama y haz lo que quieras, que dirá San Agustín.

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