Un sueño social (Serie Amazonia II)

En el ensayo anterior realizamos un obituario de Pere Casaldáliga, obispo emérito de la diócesis católica de Sao Félix do Araguaia, en el Estado de Mato Grosso en Brasil, defensor de los pobres y los olvidados de la Amazonía. Este ensayo es continuación de la presentación que hemos realizado ya del documento Querida Amazonia, Exhortación Apostólica Postsinodal del Papa Francisco.

El capítulo primero del libro emanado de dicho documento se denomina Un sueño social. En él manifiesta el Pontífice uno de sus sueños sobre la Amazonía: Nuestro sueño es el de una Amazonía que integre y promueva a todos sus habitantes para que puedan consolidar un buen vivir, incidiendo en la idea de que no sirve una visión de la conservación de la Naturaleza que ignore a los pueblos amazónicos, muy castigados desde hace años por un desarrollismo que los ignora y solo piensa en el crecimiento económico sin límite bajo la bandera de un capitalismo egoísta. Ya ha indicado el Papa que esta economía mata (conviene releer la Carta Encíclica Evangelii Gaudium, 2013); manifiesta el Papa en el documento que analizamos que las relaciones económicas se convierten en un instrumento que mata. En el apartado del documento que lleva por título Injusticia y crimen, palabras muy duras, el Papa Francisco dice: Los intereses colonizadores que expandieron y expanden -legal e ilegalmente- la extracción de madera y la minería, y que han ido expulsando y acorralando a los pueblos indígenas, ribereños y afrodescendientes, provocan un clamor que grita al cielo. Quizás este tipo de afirmaciones son las que hacen que a determinados sectores no les guste el Papa, que habla de un clamor que grita al cielo. Consideramos que está muy claro lo que quiere decir, no hay interpretaciones, al igual que nos las hay del Evangelio de Jesús. Lo que dice Jesús está claro, y también el Papa Francisco.

Nos habla el Papa Francisco de las ciudades y sus círculos de miseria, un tema recurrente en el Pontífice bajo la idea de los ciudadanos descartados en barrios olvidados. Los pobres olvidados, como decía Pere Casaldáliga, se ven abocados, tras el expolio que sufren, a emigrar a las ciudades, generándose las indignas periferias de las ciudades donde crece, de acuerdo con el Papa, la xenofobia, la explotación sexual y el tráfico de personas. Por eso dice el Papa: el grito de la Amazonía no brota solamente del corazón de las selvas sino también desde el interior de las ciudades. El tema de las ciudades en el mundo, incluido el nuestro, en nuestra propia sociedad, es grave ya que hay muchos barrios de descarte con personas olvidadas. En Andalucía hay casi 900.000 personas en barrios marginales, en un número cercano a 100. Está bien que el Rey Felipe VI y la Reina Leticia hayan visitado barrios de este tipo, por ejemplo en la ciudad de Sevilla, pero es preciso que el Jefe del Estado actúe para remediar la situación actuando como tal.

Se ha dicho que la Amazonía es una región de territorios olvidados (Red Eclesial Panamazónica). El tema de la denuncia por parte de la Iglesia Católica de la situación de los pueblos indígenas es recurrente, nos recuerda el Papa Francisco las palabras Benedicto XVI en 2007, la devastación ambiental de la Amazonía y las amenazas a la dignidad humana de sus poblaciones. La impotencia de los pueblos indígenas es patente, dice el Papa: La disparidad de poder es enorme, los débiles no tienen recursos para defenderse, mientras el ganador sigue llevándoselo todo. Esta frase nos recuerda una canción memorable del excelente musical Mamma mía!, basado en canciones de ABBA, que lleva por título “Va todo el ganador” (The Winner Takes It All).

Insiste el Papa Francisco que no podemos permitir que la globalización se convierta en un nuevo tipo de colonialismo. Terrible palabra, colonialismo, con muy graves consecuencias que perduran durante años. Europa no debería olvida su pasado colonialista. Dice el Papa que es necesario indignarse, y evoca a Moisés y su indignación, y también que Dios se indigna ante la injusticia. ¿Qué hacemos nosotros hechos a imagen y semejanza de Dios? No puedo entender a esos sectores que critican al Papa Francisco por su preocupación por estos temas terrenales relativos a pobres, olvidados y oprimidos. ¿Han olvidado estos sectores la esencia y la letra del Evangelio, el Buen Evangelio de Jesús?

Para el Papa Francisco no nos podemos habituar al mal y permitir que nos anestesien la conciencia social. Habituarse a visualizar el mal nos adormece la necesaria conciencia social, imprescindible para transformar la sociedad, el mundo injusto que, quizás de forma impasible, contemplamos. Es preciso generar un modelo de globalización que no deje nadie al margen.

Nos llama el Papa al compromiso como Iglesia y pide perdón por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamad conquista de América (II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, Bolivia, 2015, citado en el documento que analizamos). Plantea el Papa Francisco dos ideas esenciales. Primera, la lucha social implica una capacidad de fraternidad, un espíritu de comunión humana. Segunda, la vida es un campo comunitario donde las tareas y las responsabilidades se dividen y se comparten en función del bien común. Dos hermosas palabras fraternidad y bien común, que delimitan nuestra acción transformadora inspirada por el Evangelio. El Evangelio propone la caridad divina que brota del Corazón de Cristo y que genera una búsqueda de justicia que es inseparablemente un canto de fraternidad y de solidaridad, un estímulo para la cultura del encuentro. Todo un sueño social.