Miércoles de la VII semana de Tiempo Ordinario (B)

Lectura del santo Evangelio según san Marcos (9, 38-40)

Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros». Jesús respondió:

«No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.

El que no está contra nosotros está a favor nuestro.

A los discípulos de Jesús les falta todavía el Espíritu Santo que les dará libertad a partir de Pentecostés. De momento, están atrapados en un discurso segregador entre los que son seguidores de Cristo y los que no lo son. Es una tentación humana la de plantear divisiones y delimitar fronteras que se antojan cerradas. Jesús, sin embargo, expande la mirada y descubre semillas de verdad donde los discípulos ven confrontación. Su buena noticia es para todos, no sólo para unos elegidos que se sienten con capacidad para dictaminar quién está dentro del grupo. Jesús derriba las barreras que los hombres levantamos. Conviene no perder de vista esta actitud en estos tiempos de confusión y extravío en los que el enemigo acecha para dividir y separar en vez de reunir y multiplicar.

 

 

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