SANTO DOMINGO DE GUZMÁN, presbítero, memoria obligatoria (A)

Lectura del santo Evangelio según san Mateo (15, 1-2. 10-14)

Entonces se acercaron a Jesús unos fariseos y escribas de Jerusalén y le preguntaron: «¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de nuestros mayores y no se lavan las manos antes de comer?». Y, llamando a la gente, les dijo: «Escuchad y entended: no mancha al hombre lo que entra por la boca, sino lo que sale de la boca, eso es lo que mancha al hombre».

Se acercaron los discípulos y le dijeron: «¿Sabes que los fariseos se han escandalizado al oírte?». Respondió él: «La planta que no haya plantado mi Padre celestial, será arrancada de raíz. Dejadlos, son ciegos, guías de ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo».

La planta que no haya plantado mi Padre celestial, será arrancada de raíz

Jesús se revela como dueño de la ley, que interpreta siguiendo la voluntad del Padre. Aquí polemiza con los fariseos a cuenta del cumplimiento de los preceptos para la higiene de las manos antes de la comida. Su postura hace referencia a la interioridad, al corazón más que a los labios como pedía el profeta Isaías. Lo impuro es lo que brota del interior del hombre, no lo que entra por su boca. Y casi advertimos cierta delectación en el punto de provocación que estas formulaciones rompedoras tienen con el legalismo de boquilla de los fariseos.

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