Martes de la 29ª semana (C)

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12, 35-38):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.»

Comentario

Encendidas las lámparas

Es lógico que esta perícopa del evangelio lucano tenga en nuestros días una lectura diferente a la que tenía en tiempos de las primeras comunidades cristianas, para las que la Parusía -la segunda venida en gloria de Jesucristo al final de los tiempos- resultaba inminente. Esa tensión escatológica, de final de época, impregna esta lectura en la que Jesús nos exhorta a estar alerta, dispuestos, ceñidos (señal de que se va a acometer un trabajo) y en vela esperando su regreso. Pero quién de nosotros puede asegurar cuándo se producirá el fin del mundo o, al menos, ¿cuándo agotará su combustible de hidrógeno el gran reactor nuclear que es el sol? Dejemos la astronomía para los científicos. Pero, ¿quién de nosotros puede saber cuándo se extinguirá el sol de su vida para entrar en la oscuridad de la muerte? Es ahí donde está la tensión escatológica, en ponerse desde ahora que estás leyendo estas líneas en actitud de alerta, en no quedarse dormido ni remolonear en la ingente tarea de transformación del mundo, de colaboración en la Creación, que el Señor nos encomienda. Acabo en este punto el presente comentario: tal es la urgencia que se  nos comunica.

 

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