«El kerigma es ese encuentro personal que tienes con el Señor, un encuentro de cada uno que es para toda la vida, del día a día que repercutirá en toda tu vida, en tu familia, en los momentos de soledad. Es un encuentro que lo mantienes, que lo tienes, ese encuentro te hace testimoniarlo en tu pequeña comunidad y es un testimonio diario de que vas acompañado, es un cambio radical».
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