Santos Andrés Dung-Lac, presbíteros, y compañeros mártires (B)

Lectura del santo Evangelio según Lucas (21, 12-19)

«Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio. Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré boca y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

Comentario

Todo os odiarán a causa de mi nombre
El discurso escatológico de Jesús a sus discípulos continúa con una seria advertencia de las persecuciones y los odios a los que tendrán que enfrentarse los seguidores de Cristo. En tiempos de la redacción del Evangelio de Lucas, las primeras comunidades ya debían afrontar ese riesgo cierto y ello explica que el evangelista advierta con tanta nitidez el fin de los tiempos y sus derivadas personales. No es sólo cosa de la primitiva Iglesia; de hecho, viene repitiéndose de generación en generación allí donde el seguimiento de Cristo trata de ser anulado, eliminado, suprimido, reconvertido o desplazado: la sangre de los mártires, como los santos vietnamitas de los siglos XVIII y XIX que hoy conmemora la Iglesia,  no es sólo cosa de los anfiteatros romanos sino de nuestros días también, como acreditan las bombas y los estragos en los templos cristianos. ¿Dónde poner entonces la confianza para afrontar el peligro? En Dios. En la Providencia amorosa que guía nuestros pasos.

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