Jueves de la 29ª semana del Tiempo Ordinario (A)

Lectura del santo Evangelio según san Marcos (12, 49-53)

«He venido a prender fuego a la tierra, ¡Y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división. Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».

No he venido a traer paz, sino división

Comentario

El Evangelio de la jornada es duro, acostumbrados como estamos a asociar el seguimiento de Cristo con una especie de bienestar espiritual que nos trae la paz al alma agitada. Pero Jesús no está diciendo eso, sino lo contrario: que optar por él y su Reino es tan radical que no admite componendas ni tibiezas. Esa división de la que habla la va a revivir cada cristiano en su compromiso cotidiano: unos seguirán a Cristo como Hijo de Dios encarnado y otros lo ignorarán, y ante esto no hay nada que pueda hacerse, no hay forma de recomponer el equilibrio entre ambas posturas, tender un puente o pactar una moción transaccional. Los creyentes y los no creyentes; los que ponen su enseñanza por obra y los que la pasan por alto; esa división en el núcleo familiar llegará a más: hasta el propio sujeto estará enfrentado a sí mismo en un combate espiritual que se da día tras día en su alma. ¿Qué paz puede haber?

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