Viernes de la 34ª semana del Tiempo ordinario (B)

Lectura del santo Evangelio según Lucas (21, 29-33)

Y les dijo una parábola: «Fijaos en la higuera y en todos los demás árboles: cuando veis que ya echan brotes, conocéis por vosotros mismos que ya está llegando el verano. Igualmente vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

Comentario

Sabed que está cerca el reino de Dios
Lo mismo que los brotes de la higuera, el reino de Dios está cerca. Tenemos conciencia del paso de las estaciones por todos los signos que nos lo van anunciando. Hay una ciencia que se dedica a eso: la fenología estudia cuándo suceden los fenómenos naturales en las plantas que indican los cambios estacionales o de clima. Gracias a sus registros podemos saber que el otoño se ha atrasado varias semanas en el último siglo o que el verano irrumpe cada vez antes. Pero, ¿cómo saber cuándo llegará el reino de Dios en el que sustentamos nuestra fe? Jesús, pedagogo y maestro, rebaja la ansiedad presumible que le transmitirían sus apóstoles y los emplaza de una manera natural, como se observan los brotes de la higuera, a escrutar el movimiento del mundo en el que van a suceder desgracias apocalípticas y catástrofes del último día para anunciar que se acerca el reino de Dios. La lectura resume el año litúrgico, que llega a su fin: el domingo comienza el Adviento, con su corona de luces y su preparación para ese fenómeno fuera de lo normal que es la Natividad de un Dios encarnado en nuestra propia naturaleza. ¿Qué más cercanía puede haber?

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