Jueves de la 12ª Semana (C)

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,21-29):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Aquel día muchos dirán: “Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?” Yo entonces les declararé: “Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados.” El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.»
Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, y no como los escribas.


Comentario

La casa edificada

En su homilía del pasado sábado en la ceremonia de ordenación de siete nuevos presbíteros con que el Espíritu ha bendecido a la Iglesia de Sevilla, monseñor Asenjo exhortaba a los candidatos a mantener el fundamento de su sacerdocio en el Evangelio y la imitación de Cristo. Como casa edificada sobre roca en la que ni los vientos ni las lluvias ni el caudal desmadrado hacen mella. Cristo es el fundamento de la Nueva Alianza, la Roca inconmovible a la que se referían los salmistas de Israel en la Antigua Alianza. Esos son los cimientos de los cristianos, pueblo sacerdotal por el bautismo. De esa manera, seremos adultos en la fe y dejaremos de ser como niños sacudidos por las olas de las modas de pensamiento y zarandeados por cualquier viento de doctrina a merced de la malicia de los hombres, como nos dirá San Pablo. La viga maestra de la Iglesia es la misericordia como nos recuerda el Papa Francisco, pero no hace falta ni recordar que el cimiento no puede ser otro que Cristo, nuestra Roca, baluarte, alcázar, peña, refugio nuestro…

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