Martes de la 30ª semana del Tiempo Ordinario (A)

Lectura del santo Evangelio según san Lucas  (13, 18-21)

Decía, pues: «¿A qué es semejante el reino de Dios o a qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; creció, se hizo un árbol y los pájaros del cielo anidaron en sus ramas».

Y dijo de nuevo: «¿A qué compararé el reino de Dios? Es semejante a la levadura que una mujer tomó y metió en tres medidas de harina, hasta que todo fermentó».

El grano creció y se hizo un árbol

Un grano de mostaza es singularmente pequeño. Pero, sin embargo, el arbusto puede llegar a superar a un adulto en altura, lo que es asombroso. Jesús presenta la comparación con el Reino de Dios como en otro momento del Evangelio asimila la semilla de la mostaza con la fe en el capítulo 17 de Mateo. Fe y Reino están equiparados en el habla del Señor… y en nuestro interior. Porque la fe y el Reino de Dios están plantados en el alma humana y sólo hay que cultivar y abonar para que crezca y se vuelva una planta frondosa que dé abundante fruto. Eso es lo que nos quiere hacer ver Jesús con esta parábola: la fe y la construcción del Reino tienen que arraigar en el corazón del hombre donde Dios las ha plantado. A nosotros nos corresponde hacer que se desarrollen con el alimento imperecedero que nos prepara para la vida eterna.

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