San Clemente, ruega por nosotros

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Hoy día 23 de  noviembre, recordamos la vida de un patriarca y papa de nuestra Iglesia, San Clemente y la relación que ha tenido su figura con la historia de la ciudad de Sevilla. Cuando el 30 de mayo hablamos de nuestro Santo Rey y su devoción y fe a  Dios, no dudó San Fernando que ese día de la conquista de Sevilla, hiciera mención a San Clemente, y mandara construir el Real Monasterio de San Clemente.

San Irineo cuenta que San Clemente tuvo el privilegio de conocer y convivir con los apóstoles, así como tratar directamente con San Pedro y San Pablo (Filipenses 4,3),  conociendo de primera mano las virtudes y bondades de ambos, fue el tercer sucesor de San Pedro, mantuvo una estrecha relación con San Pablo y la fundación de la Comunidad Cristiana en Filipos, donde hay constancia documental de su fundación, así lo cuenta Eusebio de Cesárea,  archivero y gran historiador de la cristiandad, en la que dio fe que en el año 96 San Clemente escribe una carta a la Comunidad de los Corintios, donde tuvo que intervenir como consecuencia a las disensiones, discordias y disputas surgidas en el seno de la iglesia de Corintio; siendo este documento Papal como el más antiguo conocido, después de las cartas de San Pedro.

Vida y Martirio de San Clemente

El pontificado de San Clemente, fue fecundo, verdadero adalid de la unidad de la Iglesia contra todas las fuerzas de dispersión. Tras su deportación, la tradición lo presenta como mártir, “…allí dos mil cristianos, también desterrados, trabajaban con él en las canteras de mármol”. San Clemente empezó a consolarlos,   acudían a él para que rogasen por ellos a nuestro Padre: «Ruega por nosotros, Clemente, para que seamos dignos de las promesas de Cristo». Y él les decía: «No por mis méritos me ha enviado a vosotros el Señor, sino, por los vuestros, para hacerme también a mí partícipe de vuestras coronas».

Hay un relato en el que se cuenta que los obreros de la mina de mármol sufrían mucho por la sed, porque la fuente de agua más cercana estaba a diez kilómetros de distancia. El santo oró con fe y apareció allí muy cerca una fuente de agua cristalina. Esto le dio más fama de santidad y le permitió conseguir muchas conversiones. Más tarde, un día las autoridades le exigieron que adorara a Júpiter. Él dijo que no adoraba sino al verdadero Dios. El juez ordenó que se le arrojara en medio del Mar Negro, atado al cuello por una soga a un ancla, para que su cuerpo no fuera recuperado y así no se pudieran venerar sus reliquias, pero el mar arrojó el cuerpo de San Clemente de manera que los fieles cristianos guardasen su cuerpo.

Los santos eslavos, Cirilo y Metodio, en el pontificado de Nicolás I (858-867), trasladaron el cuerpo del mártir desde Quersoneso a Roma, y lo colocaron bajo el altar del templo a él dedicado, uno de los templos más antiguos de Roma, situado entre el monte Celio y el Esquilino.

San Clemente y Sevilla

La vinculación de la figura de San Clemente en nuestra Archidiócesis de Sevilla, viene de la mano de San Fernando, no se sabe en qué momento tuvieron los fervores de la devoción del Rey por San Clemente, pero si sabemos los motivos para tal afianzamiento y precisamente no como una casualidad, más bien un designio; como fue el nacimiento de su hijo Alfonso en dicho día o la conquista de Sevilla, de ahí que ordenara construir el Real Monasterio de San Clemente.

La iglesia de San Clemente, más conocida como la capilla del Sagrario, anexada a la Catedral, lleva su nombre en honor al Santo.   Por otro lado, también existe la Orden de Caballeros de San Clemente y San Fernando, tiene su sede canónica en la iglesia de San Clemente o capilla del Sagrario y casa capitular en el Convento de Santa Paula, perteneciente a la Orden de San Jerónimo (Sevilla), la Orden está dedicada principalmente a difundir la Caridad y el Servicio, ayudando en la vida monacal de vida contemplativa y dar a conocer los carismas monásticos, así como a diversos actos religiosos y culturales.

La Orden custodia una reliquia de San Clemente.

Curiosamente en la otra orilla del Guadalquivir, nacido en Itálica, el Emperador Trajano, dio orden del destierro a Quersoneso (Crimea) a San Clemente sometiéndolo a duros trabajos en las canteras, por no dar culto al dios Júpiter. Frente a la ciudad romana otro Rey, Fernando III, da gracias a San Clemente por la conquista de la ciudad, ordenando erigir el monasterio y concediéndoles cédulas reales como privilegios.

El Real Monasterio de San Clemente, no es solamente un rico patrimonio, ni solo son piedras o muros, sino que esta custodiado y protegido por piedras vivas y templos espirituales, cuyas monjas cistercienses cada día oran, velan y piden a nuestro Señor, por cada uno de nosotros y por nuestra Iglesia y de igual manera nuestra Diócesis reza por ellas.  Te solicito que os acerquéis y preguntéis a nuestras hermanas en Cristo; qué necesitan, cómo se encuentran, o qué tal están, que su vida monacal sientan el cariño,  calor y la preocupación de los fieles sevillanos.

Agradecimientos y fuentes consultadas:

A la Priora del Real Monasterio de San Clemente y especialmente a la Hermana Sor Isabel Gallego por su colaboración e información y a la historiadora Mercedes Borrero. Biblia Católica. Martirologio Romano. Historia del Cristianismo.

Pedro Rodríguez

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