VIVIR no es sobrevivir

En estos últimos meses hemos escuchado la canción de Mónica Naranjo “Sobreviviré” en nuestros balcones, en televisión y por los diferentes medios de comunicación, quizás incluso la hemos cantado. Una canción con la que se nos daba ánimo en estos tiempos raros que hemos estado viviendo y que seguimos viviendo ahora.

Pero yo me pregunto, ¿Estamos todos nosotros, cristianos, familias cristianas, yo, tú que estás leyendo ahora mismo esta nota sobreviviendo en la vida?.

Si te paras un momento podemos decir ¡No!, y no ¿por qué?, pues porque nosotros, todos, estamos llamados a VIVIR, a vivir como Hijos de Dios, Él que es la vida con mayúsculas, y por tanto nosotros estamos llamados a VIVIR CON MAYÚSCULAS, a vivir por la Gracia que se nos ha concedido como criaturas sacadas de las manos de Dios, a vivir de la señal con la que  nos ungieron el día de nuestro Bautismo, y que renovamos firmemente el día de nuestra Confirmación.

Y a nosotros familias nacidas de la unión, de la fidelidad y de la entrega incondicional que nos profesamos en el día de nuestro compromiso matrimonial, como esposo o esposa, también estamos llamados a vivir de lo grande. Estamos llamados a vivir cada día, cada momento, cada instante de la plenitud y la grandeza que tenemos como hijos de Dios, sabiendo que nuestro Creador es nuestra roca firme, el baluarte donde debemos refugiarnos, la Cruz de Guía que nos lleva a lo largo del camino de la vida, ese faro que siempre esta iluminando para conseguir tierra firme y así conseguiremos Vivir con mayúsculas y ser felices no sólo nosotros sino también toda nuestra familia.

Y todo esto ¿lo afirmamos las familias cristianas porque la vida nos va siempre bien?, pues precisamente no. A pesar de las piedras del camino que nos encontramos, los altos y bajos que nos encontramos en nuestra vida, las incertidumbres que vamos pasando, y a pesar del miedo de nuestra propia existencia, de la enfermedad, a pesar de todas las dificultades, sabemos que el Señor del Cielo y de la Tierra,  nos llama a VIVIR de la fuente que nos quitará la sed, la sed del miedo, de la incertidumbre, de las dificultades.

Me encanta pensar en el pasaje del Evangelio de la Samaritana, si nosotros nos abrimos y deseamos de esa agua que nos da la VIDA, entonces es cuando pasaremos de sobrevivir en el mundo a Vivir de la Vida.

Nosotros como familias debemos atender  el ritmo de nuestro corazón y escuchar al Señor que nos está invitando a quitar esas costumbres, hábitos, esclavitudes que al final nos hacen encadenarnos a no vivir en la paz de los Hijos de Dios y por ello acabamos tan sólo sobreviviendo y sobrellevando a duras penas  este camino de la vida.

¡Ánimo familias!, no nos conformemos con sobrevivir, vamos a VIVIR  de la Fuente de la Vida, de la Verdad, y de la Plenitud.

Aprendamos a no vivir con la esclavitud del pesimismo y tampoco del victimismo que nos hace infelices y faltos de confianza, posicionándonos en la queja.

Tenemos que ser  positivos en la vida porque sabemos que nunca estamos solos, que por muy duros que sean los momentos, Dios siempre está en medio de nuestras familias y a nuestro lado.

Nunca olvidemos, además, que nos ha donado a su Madre la Virgen María, que es nuestra  madre, protectora y auxilio en nuestro paso por esta tierra, a la que siempre podemos recurrir como perfecta intercesora.

CARMEN RODRÍGUEZ GUTIÉRREZ

DELEGACIÓN DE FAMILIA Y VIDA

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