Santo Tomás de Aquino, presbítero y doctor de la Iglesia (B)

Lectura del santo evangelio según Marcos (4, 21-25)

Les decía: «¿Se trae la lámpara para meterla debajo del celemín o debajo de la cama?, ¿no es para ponerla en el candelero? No hay nada escondido, sino para que sea descubierto; no hay nada oculto, sino para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír que oiga».

Les dijo también: «Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene».

Comentario

El que tenga oídos para oír que oiga

Jesús remacha el mensaje de la parábola del sembrador con esta otra imagen del candil que se pone en alto para que alumbre en vez de ponerlo debajo de un celemín para que su luz se vea amortiguada y no cumpla su función. La misión del candil es alumbrar y es de locos ir contra ese cometido. La misión del cristiano es anunciar la buena nueva que Jesús vino a traer al mundo, la salvación que nos redime del pecado y es de locos ir contra ese cometido. No se nos ha dado la palabra de vida para que la ocultemos, celosos o medrosos, sino para que la gritemos como el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. El que tenga oídos para oír, que oiga. Y ya sabe lo que tiene que hacer. 

 

 

 

 

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