“Al ver a la Virgen se me derritió el corazón de hielo”

 

Lukasz Pysz
Lezajsk, Polonia (1993)
Seminarista del 5º curso del Seminario Metropolitano de Sevilla

Las primeras inquietudes vocacionales de Lukasz están muy vinculadas a la adoración eucarística. “Las empecé a sentir en mis ratos de oración en la capilla de San Onofre que todos los sevillanos conocerán muy bien. Estando con el Señor sentía tanta paz que cada vez me quedaba más tiempo allí. Hasta que comencé a pensar: ¿Qué tal si le doy al Señor toda mi vida y me entrego a Él por completo? Aun teniendo esos pensamientos pasó bastante tiempo considerándolos imaginaciones que se le iban a pasar, “pero no se me han pasado, es más: se volvían más fuertes”. A partir de allí decidió hablar con el sacerdote de la iglesia donde iba a misa, la Basílica de la Macarena, y así inició su camino de discernimiento para formarse como sacerdote.

Lukasz abandonó la práctica religiosa en su país natal, Polonia, al poco tiempo de recibir la confirmación. Fue en Madrid donde ocurrió su vuelta a la Iglesia. “Nunca me olvidaré de ese 9 de noviembre, cuando movido por la curiosidad de un evento cultural fui a ver la procesión de la Virgen de la Almudena y acabé cambiado por completo. Todavía no consigo comprenderlo racionalmente, pero disfruto de los frutos de ese momento. Al ver a la Virgen se me derritió el corazón de hielo que tenía y empecé a echar de menos a la comunidad de la Iglesia, y por su puesto al Señor y su amor”, afirma.

De Polonia a Madrid y de la capital española a Sevilla, ciudad a la que llegaba para estudiar Filología Clásica. Dios tenía otros planes para él. “Estando en Sevilla seguía cuidando la recién recuperada práctica de los sacramentos; me ha sido de mucha ayuda la religiosidad popular de la ciudad y su sentir cofrade del que enseguida formé parte”. Lukasz destaca la importancia en su vida de fe de las dos hermandades de la Parroquia del Sagrario: la Sacramental y la Hermandad del Cristo de la Corona.

Diversidad vocacional

Con respecto a su vida en el Seminario Metropolitano de Sevilla le sorprende positivamente la diversidad de historias vocacionales de sus compañeros, porque están “los que desde siempre sabían que el Señor los llamaba y los que lo han descubierto más tarde, los que proceden de las hermandades y los que no tenían casi ninguna relación con ellas, los universitarios y los que entraron nada más sacarse la selectividad”.

Es la escena de la Anunciación la que suscita en él una especial ternura. “Me ha llamado la atención el sí de María y su disposición a hacer la voluntad del Señor, aunque no siempre le parecía clara”. Asimismo, la esencia del lema jesuita ‘En todo amar y servir’, le anima a entregarse por completo a Dios y a su Iglesia, “algo que todo sacerdote debería tener presente en su formación y en su ministerio”, añade.

Su autor espiritual de referencia es Jacques Philippe. Pero uno de los últimos libros religiosos que leyó y le impactó profundamente fue ‘Mi maestro fue un preso’ del cardenal Carlos Osoro, sobre sus experiencias como capellán de prisión. “Una muestra de que nunca es tarde para el arrepentimiento y la conversión, para volver hacia el Señor y reorientar la vida según el Evangelio”. De la vida de los santos, destacaría a un sacerdote de Jaén, Pedro Poveda, “por su preocupación por los niños pobres y las jóvenes que no tienen acceso a la educación adecuada, así como por su profunda espiritualidad. Fue un verdadero sacerdote según el corazón de Jesús”. También tienen mucha importancia para él los santos anónimos, los santos “de la puerta de al lado, quienes también pueden ser buenos ejemplos de vida cristiana”.

El mes de septiembre recibirá, Dios mediante, el ministerio del diaconado y Lukasz expresa sentimientos de “plena confianza en el Señor. Si Él quiere le serviré, primero como diácono, después como sacerdote, e iré adonde quiera enviarme, donde haya necesidad”.  Al joven que se esté planteando la vocación “le diría que sea valiente y que al menos lo intente. Si un joven logra descubrir su vocación y la sigue será lo mejor que le va a pasar en su vida. Hasta las renuncias que tenga que hacer serán dulces, porque el Señor siempre las recompensa con creces. Así que, fíate del Señor, Él nunca falla”.

 

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