De la India a París en un armario de IKEA

‘De la India a París en un armario de IKEA‘ no es una gran película, pero tiene algunos valores que pueden justificar su presencia en esta sección. Si curioso y largo es el título elegido para su estreno en España, no lo es menos el de la novela en la que se basa: “El increíble viaje del faquir que se quedó atrapado en un armario de IKEA” (2013). Su autor, Romain Puértolas, francés descendiente de españoles, ha intervenido como coguionista de este filme dirigido por el canadiense Ken Scott.

Como el lector puede adivinar, se trata de una ligera comedia de enredo, llena de singulares aventuras (inverosímiles, por supuesto), con comienzo y final en Bombay, y escalas argumentales en Francia, España, Italia y Libia… Con abundantes ingredientes sentimentales y el humor como condimento omnipresente, la trama gira en torno Ajatashatru Lavash Patel, al que da vida el polifacético actor indio Dhanush. Del personaje de Aja, que así le llaman para abreviar, conoceremos algo de su infancia en Bombay, su insólita pasión por los artículos de IKEA y su “acreditación” en los años siguientes como delincuente de poca monta. Lo cierto es que un día Aja acabará en París y allí (naturalmente, en una tienda de IKEA) conocerá a la dulce Marie (Erin Moriarty), de la que se enamorará a primera vista. Pero, en realidad, esto es solo el principio del embrollo.

La cinta tiene ritmo, color, canciones, bailes, secundarios de lujo como la ganadora del Oscar Bérénice Bejo (The Artist, 2011) o Gérard Jugnot (Los chicos del coro, 2004), y buenas intenciones. Sueños, esperanzas, solidaridad, preocupación por los demás, amor verdadero…, todos estos elementos están presentes en esta coproducción entre Francia, Bélgica, India, Singapur y Estados Unidos. No obstante, el guion paga su cuota a lo políticamente correcto, con algunos personajes o situaciones que aportan muy poco a la historia.

Película de sonrisas, amable, intencionadamente ingenua, y aunque resulta algo superficial y peca de “buenismo”, no le falta alguna referencia religiosa, hace una sincera llamada a la generosidad y encierra también una evidente crítica al consumismo, como reconoce el autor de la novela: “Nos manipulan para que compremos. Eso he querido decir. Vivimos en una dictadura del consumo y quería evidenciarlo con simpatía”.

Juan Jesús de Cózar

 

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