La caridad no conoce distancias

Como ya es tradición en estas fechas del año, gracias a la caridad que ejercen nuestras hermandades, llega a Sevilla un gran número de niños bielorrusos, víctimas del desastre de Chernóbil.

La acogida de los niños en la capital andaluza se traduce en alimentación saludable, aire no contaminado y  revisiones médicas a las que en su país de origen no pueden acceder, esta mejoría en su estilo de vida repercute considerablemente en la salud física a corto y largo plazo.

La Hermandad del Cachorro fue pionera en este proyecto desde su implementación en el año 2001, así lo expresa su Diputada de Caridad, Sandra María Galindo.

Tras el conocimiento de la participación de diferentes hermandades de Madrid en este proyecto, nuestra hermandad decidió informarse más a fondo e involucrarse activamente. Desde la Hermandad del Cachorro valoramos la importancia y necesidad de acogernos a dicho programa. Nos pusimos manos a la obra en la búsqueda de familias de acogidas entre nuestros hermanos”.

Por años ininterrumpidos, durante el tiempo de verano, la Hermandad del Cachorro acoge a más de una decena de niños, motivamos y esperanzados de poder contribuir de esa forma a mejorar considerablemente su calidad de vida.

“Durante su estancia en Sevilla, los niños acuden a revisión y control médico que conlleva en algunos casos a designación de tratamiento en algunos pequeños. Estos niños además de formar parte en las familias de acogidas como un componente más de ellas, acuden semanalmente a actividades organizadas por la hermandad donde pueden disfrutar de momentos de ocio junto a otros niños”.

Muchas hermandades se han ido sumando a lo largo de los años a este proyecto, como es el caso de la Hermandad de la Sagrada Cena, que interesada por el proyecto decidió en el año 2003, unirse a este programa de saneamiento con motivo de la conmemoración de la Realeza de María.

La Hermandad de la Sagrada Cena acoge a cinco niños en la actualidad, es por que ello que su Diputado de Caridad Adolfo Fernández explica que: “el programa de saneamiento de niños bielorrusos sí necesita más familias de acogidas y para ello, los interesados pueden dirigirse a cualquier hermandad de las que están involucradas en el proyecto o a la Confederación de Hermandades Santos Cirilo y Metodio”.

Adolfo Fernández anima a las familias sevillanas a que acojan a estos niños en el seno de sus familias, porque “lo más grande que se puede dar a otra persona es salud y, la estancia de estos niños en Sevilla les representa 18 meses más de esperanza de vida”.

Por su parte, Sandra María Galindo añade que: “no hay mejor caridad que contribuir en dar vida a otras personas, recibiendo además el cariño desbordante y la sonrisa de gratitud de estos niños que cuando se marchan de nuevo a su país dejan en las hermandades la satisfacción de haber ayudado un año más”.

La caridad no conoce distancias y gracias a nuestras hermandades que hacen un esfuerzo económico y a familias cristianas comprometidas, cada verano es posible que estos niños realicen su programa de saneamiento.

La caridad no se trata de hacer lo correcto, sino lo que uno no está obligado a hacer pero aun así lo hace porque lo mueve el amor a D0ios. Es por ello que contamos en nuestra ciudad a día de hoy con personas que  regalan su tiempo y se sacrifican para que los niños puedan venir cada verano a llenarse de esperanza y vida.

Mari Carmen Hernández. 

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