Octava de la Inmaculada con el baile de los seises

La celebración festiva y solemne de la Inmaculada se prolonga durante los ocho días siguientes en la denominada Octava, que se desarrolla cada tarde en el incomparable marco del altar mayor de nuestra Catedral hasta el día 15 de diciembre. Esta celebración fue dotada en el siglo XVII por el caballero D. Gonzalo Núñez de Sepúlveda “con la misma grandeza y solemnidad que la octava del Corpus”, instalándose antaño para ambas en la capilla mayor el gran altar de plata de Laureano de Pina (actual altar del Jubileo).

A las 17,30 horas tiene lugar cada día una solemne Celebración de la Palabra y Adoración Eucarística que es presidida y predicada por un capitular del cabildo. Tras la homilía y la oración de los fieles, el órgano señala que va a tener lugar el baile de los seises que, en una de las tres ocasiones en que lo hacen durante el año en la Catedral, danzarán, como colofón alegre y agradecido de la celebración, una copla sagrada, en este caso en alabanza de la Virgen Inmaculada.

Esta tradición tan arraigada de Sevilla se ha mantenido desde hace siglos como una seña de identidad de nuestra Catedral para solemnizar sus fiestas más destacadas, como son el Corpus Christi, la Inmaculada Concepción y el Triduo de Carnaval.

Desde el coro avanzan los diez niños danzantes acompañados de la escolanía y orquesta de cámara, que interpretarán diferentes piezas que se alternan cada tarde. Obras, entre otras, de Eslava y Evaristo García Torres (siglo XIX), Eduardo Torres (siglo XX), hasta la más reciente y contemporánea “En las hojas del tiempo” (1993), con letra del canónigo Francisco Gil Delgado y del compositor Manuel Castillo, son bailadas pausadamente por los seises, cubiertos con sombreros por privilegio secular, ante Jesús Sacramentado expuesto en el rico ostensorio de oro de nuestro tesoro catedralicio.

Acabado el baile tiene lugar el canto del himno Tantum Ergo y la bendición con el Santísimo Sacramento entre el repicar de las campanas del coro y de la Giralda. La celebración concluye con el vibrante canto para la reserva eucarística del “Alabado” al que le sigue el “Todo el mundo en general”, letra de Miguel Cid (1615) y música de Hilarión Eslava, destacado organista de nuestra Catedral, al que las sonoras variaciones al órgano que le siguen le hacen el mejor epílogo a la celebración mariana vespertina.

Todas éstas ceremonias, ritos y símbolos para honrar a la Santísima Virgen María en el misterio de su Inmaculada Concepción en el templo catedralicio hispalense, en que se vivió desde antiguo este amor y devoción y se sigue revalidando cada año la fidelidad a este misterio, “una de las más hermosas tradiciones sevillanas, que todos estamos obligados a mantener y acrecentar, creciendo cada día en amor a la Virgen, imitándola en su pureza de corazón y en su alejamiento del pecado”, como ha escrito recientemente nuestro Arzobispo.

 

EN LAS HOJAS DEL TIEMPO

Francisco Gil Delgado (1993)

Eres Pura y Limpia

Señora mía.

En esta tu casa

siempre se sabía,

siempre se anunciaba

como el alba al día.

Eres Pura y Limpia

Señora mía.

Antes de que en Roma

el dogma se oyera

aquí Inmaculada lucia tu aurora.

Eres Pura y Limpia

Señora mía.

Cantando, danzando,

en las hojas del tiempo,

bella profecía,

lo dejamos escrito:

eres Pura y Limpia

Señora mía.

 

Isidro González

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