“¡Vuela alto!”

Hace algún tiempo, una amiga muy querida me contestó con estas palabras cuando le comenté sobre una mala experiencia que había tenido.

Se me quedó grabada esa sencilla respuesta. Muchas veces, consejos tan simples son capaces de resolver problemas que, tras la perspectiva del tiempo, hicimos más grandes de lo que realmente eran.

“Volemos alto” cuando nos juzguen sin saber lo que realmente pasa en nuestro interior.

“Volemos alto” cuando nos intenten hacer cómplices de críticas que no van con nosotros.

“Volemos alto” cuando la envidia de otras personas intente sacar lo peor de nosotros en determinadas situaciones.

“Volemos alto” cuando el pesimismo y la desmotivación de otros intenten atraparnos en su bucle.

“Volemos alto” cuando tengamos la conciencia tranquila porque sigamos una ruta en la vida que no coincide con la que la que la gente suela seguir.

“Volemos alto” cuando no actuemos en determinadas situaciones como otros esperan de nosotros.

En definitiva, demos lo mejor de nosotros mismos en cada circunstancia en la que nos encontremos en la vida y no nos dejemos influir por la corriente dominante.

Porque el mundo está falto de personas que den un paso adelante y no esperan a que otros se lo aprueben; de personas que apuestan por un futuro mejor y no se desaniman cuando las cosas van mal; de personas que tienen claro que quieren dejar un mundo mejor para las generaciones venideras y no se dejan llevar por la normalidad que intentan imponer desde fuera.

Volemos alto y con perspectiva para buscar siempre lo mejor y si no conseguimos hacerlo, remontemos el vuelo una y otra vez.

Y ahora, en el Adviento, preparémonos para volar alto.

 

Fotografía de J.A. Zamora