Pocos para defender tanto

El título de este post surgió tras una conversación de whatsApp que mantuve el otro día con mi amiga Marta.

 

Volvía del cine indignada porque la película, que según el trailler me pareció buena, resultó ser una de las muchas que incorporan en el guión varias situaciones de ideología de género.

Durante la conversación surgió nuestra preocupación como madres de la situación política y social por la que estamos atravesando actualmente.

Pero realmente lo que nos preocupaba y nos preocupa más es la pérdida de valores en nuestra sociedad.

 

El respeto hacia nuestros mayores es uno de los pilares básicos que va desapareciendo. No hay un día en que no sea testigo de que alguien tutee a alguna persona mayor que no conoce de nada (como diría mi madre: “¿Éste quién es que no se ha tomado nunca un café conmigo?”).

 

El valor del esfuerzo; qué voy a contar que no sepamos, cada día desde algunas instancias lo desacreditan más y más. Y así nos va, claro.

 

La defensa a la Patria, ¡qué envidia ver cómo en otros países lo tienen impreso en su ADN!

 

La dignidad de la persona, cada vez más ninguneada…

 

Seguiría enunciando más valores que se están perdiendo, pero dejemos que entren aires de esperanza.

 

Benedicto XVI en el año 2009 realizó un viaje a la República Checa y en el avión un periodista le formuló la siguiente pregunta:

“Santidad, la República Checa es un país sumamente secularizado en el que la Iglesia Católica es una minoría. En esta situación, ¿cómo puede contribuir eficazmente la Iglesia al bien común del país?

 

– Yo diría que normalmente son las minorías creativas las que determinan el futuro y, en este sentido, la Iglesia Católica debe comprenderse como minoría creativa que tiene una herencia de valores que no son algo del pasado, sino una realidad muy viva y actual… Yo diría que el primero es precisamente el diálogo intelectual entre agnósticos y creyentes. Ambos se necesitan mutuamente: el agnóstico no puede estar contento sin saber si Dios existe o no, debe estar en búsqueda y percibir la gran herencia de la fe; el católico no puede contentarse con tener fe, debe estar en búsqueda de Dios, más aún, en el diálogo con los demás debe volver a conocer a Dios de manera más profunda. Este es el primer nivel: el gran diálogo intelectual, ético y humano. 

 

Luego, en el sector educativo, la Iglesia tiene mucho que hacer y que dar, en lo que se refiere a la formación… Un tercer sector es la Cáritas. La Iglesia siempre ha tenido como signo de su identidad salir en ayuda de los pobres, ser instrumento de la caridad…”

 

Estamos llamados a ser “minorías creativas” en los ambientes donde estemos y así dar testimonio de esperanza ante todo lo que nos queda por defender, que no es poco.

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