Hermandades progresistas

 

united_color_sevillaTras el desmoronamiento del bloque comunista la izquierda europea se ha reinventado. Ya no se pretende imponer un modelo económico para cambiar el modelo social, eso fracasó. Ahora se trata de modificar los modelos culturales de la sociedad y, a partir de ahí, intentar el asalto al poder. En ello estamos.

Una de las técnicas empleadas para este asalto al poder es repetir machaconamente una serie de conceptos, todos negativos, que «siempre”, dicen, han estado asociados: catolicismo-reaccionario-conservador-clasista-explotación-derecha. A éstos se oponen, como contraste, una asociación de ideas que consideran  positivas: laicista-progresista-popular-anticapitalista-liberación-izquierda.

Una vez montado el par dialéctico,  el proceso se pone en marcha,  creando  una subcultura de apenas impulsos informativos sentimentalizados, sin  fundamentos.

Ocurre, sin embargo, que las cosas no son así. De tanto sobreactuar la progresía se ha  institucionalizado; el relativismo, el eco-feminismo y la transgresión  se han aburguesado y ya no se defienden en la calle, sino en  los despachos a golpe de subvención.

Ahora lo transgresor y progresista es defender principios como la vida, la libertad, el respeto a la dignidad humana, a la intimidad de las personas, a la propiedad privada. Ahora el movimiento revolucionario consiste en  partir de la reflexión y afianzamiento de unos principios, para poder valorar la realidad social y actuar en consecuencia.

Y ahí están las hermandades. Si su  Hermandad está a favor de la vida; si  cree en la familia; si piensa que los padres son quienes tienen el derecho primordial a educar a sus hijos; si defiende la libertad de expresión, también de sus principios religiosos; si no se deja arrastrar por el relativismo y mantiene su capacidad crítica; si asume y sostiene un modelo ético acorde con la  dignidad de la persona,  y algunas cosas más: ¡bienvenida al progresismo!

Hace unos años un partido de los autodenominados de izquierda lanzó un slogan que duró poco, porque se le volvió en contra: Conservador es tener miedo al futuro. Progresista es prepararlo. Por eso las hermandades son progresistas, porque no tienen miedo al futuro, lo suyo es prepararlo.

No es éste un tema de ideologías, ni de planteamientos políticos ni económicos. Es algo más simple: creer en la dignidad personal de la persona, en la libertad que Cristo nos ganó,  no tener miedo al futuro, al contrario, esforzarse en prepararlo.

Ésa es, precisamente, una de las misiones específicas de las hermandades: desenmascarar las doctrinas manipuladoras, conservadoras, de ideologías caducas y atreverse a ser progresistas, a influir decididamente en la sociedad, tomando decisiones que transformen la realidad actual y preparen un futuro más esperanzador, abierto al Bien, la Verdad y la Belleza.

Es mucha la tarea que corresponde hacer a las hermandades. Así que a ver si solucionan pronto lo de  la madrugá, para poder dedicarse  a lo importante.