Lunes de la 1ª semana del Tiempo Ordinario (B)

Lectura del santo evangelio según Marcos (1, 14-20)

Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».

Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar. pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación, los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.

Comentario

Venid en pos de mí

El comienzo del ministerio público de Jesús se enmarca en un momento histórico bien definido: cuando Juan fue entregado, es decir cuando el Precursor se acerca a su martirio para que en todo sea figura de Cristo. Y el relato, por encima de otras consideraciones, arroja una diferencia fundamental con la costumbre judía de entonces: eran los discípulos los que elegían a su maestro, al rabí que les iluminara la Escritura. Aún hoy se sigue dando en el mundo hebraico esta búsqueda del rabino cuyas interpretaciones de la Torá se adapten mejor a lo que cada uno entienda. En el caso de Jesús es distinto: es él quien elige a sus discípulos, el que los va llamando y les conmina a su seguimiento. También hoy, Jesús sigue llamando. A algunos varones, al sacerdocio; a otros, de ambos sexos, a la vida consagrada en un instituto religioso; y a todos los bautizados a convertirse en discípulos misioneros. La religión -entendida al modo clásico en castellano- no es una opción personal elegida entre el amplio abanico de creencias -muchas disparatadas- que nos ofrece el mundo: Jesús no es un profeta más, un gurú histórico, un iluminado de otra época, ni la Biblia es un libro de autoyuda más.  El Cristo es alguien que te llama por tu nombre en medio de las faenas (llámese echar las redes en el mar de Galilea o cualquiera que sea tu ocupación actual) para que lo sigas. Uno no elige ser cristiano, si no es por la gracia del Espíritu Santo que mueve a ese seguimiento del Maestro.

 

 

 

 

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