Santos Andrés Dung-Lac, presbítero y compañeros, mártires (A)

Lectura del santo evangelio según San Lucas (21, 5-11)

Y como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida». Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?».

Él dijo: «Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».

Entonces les decía: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes. Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo».

Comentario

No quedará piedra sobre piedra
Cuando usamos esta expresión, sabemos bien a lo que nos referimos: será la destrucción total, todo quedará arrasado. Pero nos engaña y nos dejamos engañar porque esa advertencia que lanza Jesús es sobre nuestro mundo: no va a quedar piedra sobre piedra, nada quedará en pie de él, como no lo quedó del templo de Jerusalén. Nuestro tiempo no tiene nada que ver con el tiempo sin tiempo de Dios, pero eso justamente es lo que nos tiene que llevar a vivir con esperanza. Y con paciencia, con sabia contemplación de los tiempos de cada cosa. El impacto de la mecanización -no digamos de la digitalización que convierte en virtual la realidad- ha cambiado nuestra forma de concebir el tiempo: basta oprimir un botón para que surta efecto programado, como un vehículo se pone en marcha al engranar la velocidad. Pero el agricultor sabe que tiene que esperar el tiempo necesario para que sucedan los fenómenos y fructifiquen las plantas. La primera lectura, del libro del Apocalipsis, nos da una idea de ello. El fin de nuestro mundo, con todas esas señales que Jesús enumera, no es motivo de angustia, sino de esperanza. Es nuestro mundo el que se va a derrumbar hasta no quedar piedra sobre piedra, pero hay otro mucho mejor esperándonos…

 

 

 

 

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