Jueves de la 21ª semana del Tiempo Ordinario (C)

Lectura del santo Evangelio según Mateo (24, 42-51)

«Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.

¿Quién es el criado fiel y prudente, a quien el señor encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Bienaventurado ese criado, si el señor al llegar, lo encuentra portándose así. En verdad os digo que le confiará la administración de todos sus bienes. Pero si dijere aquel mal siervo para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo hará pedazos, dándole el destino de los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes».

Comentario

Estad también vosotros preparados
La vida del hombre es caduca. Tiene fecha para su conclusión. El salmo la compara con la yerba, que de día crece y por la tarde la siegan. Así es el implacable paso del tiempo en nuestra vida terrenal. Pero no acaba ahí la historia. No es el fin. Tampoco habrá fin de la historia ni del planeta por muchos cataclismos que nos anuncien. Sabemos que el sol se extinguirá un día, cuando ya no le quede más combustible que quemar, pero no acabará ahí el mundo. Tal vez acabe el que conocemos, la vida sobre la faz de la Tierra, pero Jesús vendrá en el último día a recapitular la entera Creación, a hacer todas las cosas nuevas, Él que puede. La exhortación de Jesús a la vigilancia invita a mantener el fervor no en ese último día -no sabemos cuándo ocurrirá ni el de nuestra vida ni el de la vida terrena- sino todos los días para que no nos pille desprevenidos. La salvación es obra gradual, de recorrer un camino poco a poco: por mucho que Aquiles corra nunca alcanzará a la tortuga.

 

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