Miércoles de la 17ª semana del Tiempo Ordinario (B)

Lectura del santo Evangelio según Mateo (13, 44-46)

El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra.

Comentario

“Vende todo lo que tiene”

Jesús hace pedagogía del reino de los cielos con dos parábolas muy esclarecedoras: después de escucharlas ni a nosotros ahora ni a sus seguidores entonces nos caben dudas de la centralidad que supone ese hallazgo -casi nunca fortuito, sino perseguido con ahínco gracias a la fe- del Todo que viene a ser la persona de Cristo, resucitado y glorioso. Porque no perseguimos un ideal ni algo que podamos poseer, sino a alguien que ha roto las ataduras y ha sido capaz de mostrarnos que es posible vivir sin la angustia que produce ver cómo todo lo que nos procura momentos de felicidad se desvanece y se corrompe. Pero Jesús, el Señor, no desaparece, no se estropea, no sufre deterioro ni menoscabo, sino al contrario, acrecienta la felicidad de quien entra en su comunión. La única condición es una radicalidad que nos haga prescindir de todo lo demás: estando en el centro de Todo, para qué se quiere más.

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