San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia (B)

Lectura del santo Evangelio según Mateo (25, 14-30)

«Es como un hombre que, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno fue a hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo viene el señor de aquellos siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: “Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco”. Su señor le dijo: “¡Bien, siervo bueno y fiel!; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”. Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: “Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos”. Su señor le dijo: “¡Bien, siervo bueno y fiel!; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”. Se acercó también el que había recibido un talento y dijo: “Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”. El señor le respondió: “Eres un siervo negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese siervo inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes”».

Comentario

«A cada cual según su capacidad »

El Señor de la parábola que nos propone hoy Jesucristo, reparte bienes a sus empleados, pero no lo hace al tun tun. Reparte a cada uno según su capacidad. El que menos recibe afirma que el Señor es exigente, luego si da espera recibir. Así como no da a todos por igual, no espera recibir de todos lo mismo. Sabe muy bien cuánto da a cada uno y cuánto puede dar de sí, cada uno.

Lo que no se puede hacer es encogerse, mirar para otro lado o hacerse la víctima. La relación con el Señor, siempre es relación de confianza.

Si el Señor confia en nosotros para darnos sus bienes, nosotros tenemos que confiar en Él para «invertirlos» en el servicio a los demás, trabajando por su Reino.

A los estudiantesles les decimos, muchas veces, que si uno es de notable no puede quedarse contento con un aprobado. Pues si el Señor nos ha dado tantos bienes, no podemos contentarnos siendo mediocres.

 

Post relacionados