“Uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos” (Mt 23,8)

En la oscuridad de los terribles acontecimientos vividos, en el silencio del miedo que los mantiene encerrados en la casa, estando en la incertidumbre de no saber cómo se van a desarrollar los próximos días, Jesús se presentó en medio del grupo de los apóstoles, Resucitado. Les saluda con la paz y les muestra las señales inequívocas de que se trata del mismo que sufrió y murió en la Cruz.

Ha Resucitado pero en su cuerpo muestra los signos y marcas de la Pasión sufrida.

Estamos celebrando la Pascua, la fiesta del Señor Resucitado, y persisten en nuestro corazón los sentimientos llenos de tristeza y dolor por cuanto estamos padeciendo desde que comenzó la terrible pandemia que aún sufrimos. Con la nostalgia de cuanto perdimos y el anhelo de que todo pase para recuperar la paz, con la incertidumbre de no saber si la realidad volverá a ser igual que antes. Igual ocurre cuando la enfermedad se hace presente en nuestra vida, se mezcla con la esperanza la incertidumbre, la nostalgia y el miedo.

 El Señor Resucitado viene hasta nosotros, se hace presente en nuestra vida y nos dice: “Ánimo, soy Yo” y nos muestra los signos de su Pasión, de su dolor, de su Amor por nosotros. Y nos envía, con la fuerza de su Espíritu, a salir de esa oscuridad en la que encierra la enfermedad para compartir experiencias y en el encuentro con el otro, descubrirlo presente.

La pandemia nos ha enfrentado a todos a nuestra vulnerabilidad, “todos estamos en la misma barca” y juntos tenemos que remar en la misma dirección.

Todos sufrimos y tenemos que aprender unos de otros y unos con otros, por eso “cuidémonos mutuamente” como reza el lema de la Campaña del Enfermo de este año.

Cristo Resucitado nos muestra sus llagas y nos anima para que, como hermanos, caminemos cuidándonos mutuamente. Al cuidar y sentirnos cuidados podremos experimentar la alegría del amor que sana y salva, podremos sentir, aún en nuestras heridas, la presencia de Jesús en nuestras vidas.

Por Manuel Sánchez de Heredia, delegado diocesano de Pastoral de la Salud.

 

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