Profesor Holland

El cine siempre se ha sentido atraído por argumentos centrados en la apasionante tarea de la enseñanza. Especialmente interesantes son aquellas películas que han inmortalizado a profesores de referencia para muchos docentes.Hace casi 25 años sorprendió gratamente una de ellas titulada “Profesor Holland”(1995). Sin ser una obra maestra, destila honestidad y ofrece suficientes puntos de reflexión como para dedicarle un recuerdo.Posiblemente sea el mejor filme de Stephen Herek, un director que no ha descollado particularmente ni antes ni después del título que nos ocupa.

Para el papel principal contó con un gran Richard Dreyfuss, que fue nominado al Oscar por su actuación.El guión abarca 30 años (a partir de la década de 1960)de la vida de Glenn Holland, un brillante pianista de espectáculos que aspira a componer una sinfonía, pero que debe aceptar un trabajo como profesor de música en un colegio de Portland para sostener a su familia. A esta trama principal se añade una interesante subtrama basada en la relación de Holland con su hijo, nacido con una discapacidad. A lo largo de las más de dos horas de metraje, el filme narra la evolución del profesor hasta la entrega total a su labor educativa. La historia que se nos cuenta plantea varios sugestivos dilemas: labor escondida frente a éxito y fama a cualquier precio; aceptación de la realidad frente a escapismo artístico; plena libertad creativa frente a rectitud moral; trabajo frente a familia; arte clásico frente a arte moderno; educación especializada frente a educación humanística. Y refleja también de manera atractiva la heroicidad de lo cotidiano, la importancia de la familia, el valor de la amistad, y la dignidad y trascendencia de cada vida humana. Como es fácil adivinar, hay una continua presencia de la música en la película, y la banda sonora se apoya en una gran selección de temas clásicos y modernos.

Aunque al relato peca de sentimentalismo y de intención moralizante en algunas escenas que exigirían mayor contención, resulta loable el esfuerzo del guionista por presentarnos la enseñanza como vocación. Una vocación que requiere generosidad para dar lo mejor de uno mismo; empeño y sacrificio para despertar el interés de los alumnos y dejarles huella; perseverancia para superar el aparente fracaso y la rutina; y una buena dosis de cariño. En conjunto, “Profesor Holland” es una cinta valiosa, que apuesta por una visión integral de la enseñanza, subraya el valor de las humanidades e insiste en la necesidad de fomentar en las nuevas generaciones la capacidad de apreciar la belleza de las cosas y de interrogarse sobre las grandes cuestiones.

 

Juan Jesús de Cózar

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