“Me esfuerzo cada día para construir lo que Dios ha soñado para mí”

Inmaculada Rodríguez está casada y es madre de dos hijas. Hermana de la Hermandad de la Antigua de Sevilla, trabaja como funcionaria de la Administración de Justicia. Este es su testimonio. 

Inmaculada reconoce que tuvo “la gran suerte” de nacer en una familia cristiana que le transmitió la fe desde niña y la acompañó en su proceso de maduración.

Ahora, siendo ya madre de dos niñas, reconoce que “la familia cristiana es fundamental, porque nos quejamos de la juventud de hoy en día, pero no nos preguntamos qué clase de padres somos”.

Al fin y al cabo, reflexiona, “en buena medida los jóvenes no dejan de ser un reflejo de la sociedad, de la familia en que viven, y nuestro ejemplo hará más que muchas palabras”. El ejemplo que ella quiere darle a sus hijas es el de seguir a Cristo, hacer Su voluntad y “esforzarme por seguir construyendo cada día lo que Él ha soñado para mí”.

Compromiso cristiano

Su compromiso cristiano se plasma en distintos ámbitos. Por un lado, es catequista de su parroquia, “el eslabón primero que nos une a la Iglesia Universal”.

También participa en la Escuela de Oración Mental Cristiana que dirige el padre jesuita Ruin Jurado: “Asistir a esta escuela ha supuesto un antes y un después en mi vida de fe, porque el conocimiento y el amor a Jesús que se adquiere mediante la oración es insustituible”, confiesa.

Además, desde hace cinco años es hermana de la Hermandad de la Antigua, una corporación que le llamó la atención por “su sencillez y su carisma”. Éste se basa en la ayuda y atención a los monasterios de clausura presentes en la Archidiócesis. No en vano, una de las actividades más llamativas de la Hermandad es la celebración, cada viernes de Cuaresma, de viacrucis en distintos conventos de la ciudad.

Igualmente, hacia Semana Santa, se pone en marcha la campaña ‘Endulza tu papeleta’, “con la que intentamos ayudar a las comunidades vendiendo sus dulces en el reparto de papeletas de sitio de las hermandades de penitencia”, explica Inmaculada.  Pero durante el resto del año –apunta- “mantenemos una estrecha relación con todos los monasterios y atendemos a sus necesidades dentro de nuestras posibilidades”. En esta línea asegura que a través de la hermandad “me he dado cuenta de la importancia de que existan estas comunidades, de su alegría en el seguimiento de Cristo, de sus necesidades y del valor de su oración, aunque a todo nos duele la escasez de vocaciones”.

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