¿Qué necesita nuestra familia?

Cuántas veces, sobre todo en los momentos difíciles, nos preguntamos ¿Qué está pasando en nuestra familia?, ¿Qué nos ha pasado para llegar a este momento?, y automáticamente nos hacemos otra pregunta, muy positiva por cierto, porque nos pone en posición para seguir adelante y nos abre esperanzas de futuro… ¿Qué puedo hacer para cambiar esta situación?

Por mi experiencia personal os puedo decir que algunas veces estas preguntas no me han funcionado, pero cuando he tomado el camino de analizar ¿Cuál será el motor que de nuevo cambie nuestra situación? En el análisis final saco una conclusión, como estamos viendo en casa, todos los miembros de mi familia vivimos de los valores cristianos que son el fundamento esencial para vivir felices ….

Y la respuesta es la de siempre y la única cuando hacemos de las virtudes (o valores que ahora les llamamos) hábitos en nuestra vida, el motor de nuestra vida y de nuestra familia comienza a caminar y vivir con el sentido de la antropología humana que nos debe acompañar en nuestra vivencia familiar.

Y os dije antes hábitos, porque realmente las virtudes cristianas, y humanas que son las mismas, se deben de ejercitar día a día en el seno de nuestra familia.

El mayor tesoro que podemos tener en nuestras casas, en nuestras familias, es poseer un baúl completo de valores que cada día nos hagan crecer como personas a todos y cada uno, y por supuesto, estas virtudes nos hacen estar más cerca de Dios.

En ocasiones escuchamos a los padres que las escuelas son las encargadas de inculcar y enseñar los  valores a nuestros hijos, pero sabemos todos que estos se empiezan a vivir y hacer hábitos en nosotros desde nuestra cuna, y en estos primeros momentos esta escuela es la FAMILIA.

¿Tarea fácil? No, por supuesto. Pero que importante es que en el proyecto de nuestra vida familiar, la construcción y el programa de los valores personales y familiares se trabajen y se proyecten en el hábito diario de nuestra vida para que con la llegada de nuestros hijos, a través del testimonio de los padres, nuestra familia sea realmente una fábrica de hábitos saludables en virtudes, donde la producción de éstos impregne hasta la médula de todos y cada uno de sus miembros y lo hagamos vida en todos y cada uno de los momentos, circunstancias y espacios de nuestras vidas.

Hay un refrán que dice, nadie da lo que no tiene, y los refranes son verdades como puños del pueblo sabio. Si nosotros no nos ejercitamos en vivir las virtudes cristianas, nunca jamás podremos llevar el testigo de Jesucristo a otras personas y a otras familias.

Nuestra responsabilidad como padres, como ciudadanos del mundo, y como Cristianos es vivir al ejemplo de Jesús asumiendo todas las virtudes que a lo largo de los Evangelios nos muestra como camino de felicidad en nuestras vidas.

En la sociedad que estamos viviendo en estos momentos, mejor o peor pero es la nuestra, el que las familias sean el timón donde se formen las conciencias de nuestros hijos, es el mayor valor y la mejor contribución que estamos dejando a los de nuestro alrededor, y si esto lo hacemos muchos, el mundo se impregnara de esta luz y llegaremos a una plena felicidad, todos y cada uno, nuestros matrimonios y familias también serán más felices y todos seremos así mejores personas y mejores hijos de Dios.

La búsqueda de la vida en familia en virtudes nos permite ver la valía de la vida de cada miembro y hace que seamos transmisores de nuestro mayor tesoro.

¿Y para ello debemos hacer grandes heroicidades? Pues no, cada día, cada mañana ponernos en las manos misericordiosas de Dios y ofrecerle nuestra debilidad a él, y pedirle a la Virgen que ella sea el faro de nuestras vidas y nuestras familias. Y como nos dice el Papa Francisco que cada noche no nos acostemos sin haber usado durante el día esas tres palabras “mágicas” que nos repite constantemente: Perdón, Gracias y Permiso.

Los valores son el motor de nuestras vidas. Son esos bienes hacia los cuales tendemos.

Los verdaderos valores siempre producen un crecimiento.

Tener una vida familiar fundada en las virtudes Cristianas realmente vale la pena para todas las personas, nos ayuda a ser mejores y nos acerca a Dios.

Hagamos ejercicios de Vivir en virtudes Cristianas en nuestras familias, vale la pena, encontraremos nuestra felicidad, la felicidad de la vida eterna.

 

Carmen Rodríguez
Delegación de Familia y Vida

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