¿Por qué no vivir y ser como Don Bosco?

Leonardo Sánchez Acevedo (Sevilla, 1973) es Delegado adjunto de Pastoral Juvenil de Sevilla

Leonardo Sánchez nació en el barrio de la Macarena, en Sevilla y experimentó la llamada de Dios en su vida durante la celebración del Centenario de la muerte de Don Bosco en 1988;  «Los Salesianos se fijaron en mí para hacerme la propuesta vocacional a los 16 años».

En ese momento, participaba ya en el Oratorio Salesiano como animador, estaba en grupos de fe con sus compañeros y vivía intensamente todos los acontecimientos de la casa salesiana de la Santísima Trinidad; «¡Soy un soñador! y me planteé ¿por qué no vivir y ser como Don Bosco?».

Con el tiempo, Leonardo aprendió a «ser de Dios, ser totalmente de Él, para poder ser para los demás».

Carisma salesiano

El carisma salesiano le ha regalado la posibilidad de practicar el don de la gracia de unidad, «lo que significa vivir en la presencia de Dios, tomando conciencia que estamos con Él y que nos acompaña en medio de la multitud de acciones y distracciones que vivimos.

Leonardo explica que “la gracia de la unidad” nos ayuda a no dispersarnos y focalizar todo lo que hacemos contemplándolo como misión;  «Vivir así cada día supone trabajar nuestra mente y corazón». Aconseja disponer diariamente de un «corto pero intenso tiempo de meditación en la mañana para ponernos en manos de Dios, leer su Palabra y preguntarnos ¿qué quiere Dios de mí hoy?».

San Francisco de Sales

Este sevillano se identifica con la máxima de San Francisco de Sales: “nada desear, nada pedir, nada rehusar”. Expresa que «es necesario escrutar cada momento de tu vida y preguntarte con mirada contemplativa: ¿Qué quiere Dios de mí? ¿Cómo respondo a su llamada? Así que es Dios quien tiene que dar la respuesta a esta pregunta».

Por su parte, procura cultivar la actitud de la confianza y esperanza;  «Ser agradecido de todo lo que he vivido hasta ahora y está por venir».

Actualmente, Leonardo es adjunto de la Pastoral Juvenil de Sevilla y, en consonancia con el papa Francisco, se esfuerza en «repensar una pastoral juvenil en salida, en éxodo, en camino, para aprovechar cuánto de bueno hay. A veces basta muy poco para que se aviven en los jóvenes las brasas donde creíamos que solamente había cenizas».

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